Tuesday, September 21, 2010

06 Magdalena, de Carlos Esteban Deive



CUANDO LA FICCIÓN ES RELATO
Sobre la novela Magdalena, de Carlos Esteban Deive

Ateneo Insular, 1999

Por Manuel Salvador Gautier

María la magdalena es una mujer que se ha grabado en la imaginación de los narradores cristianos con características que no provienen, necesariamente, de los textos sagrados. Prostituta de oficio, acompaña a Jesús desde Galilea junto a un grupo de mujeres que atendían a las necesidades del Maestro, de sus discípulos y, si era necesario, de las personas que seguían el recorrido donde se anunciaba la llegada del Reino de Dios, la buena nueva, el Evangelio, una multitud de alrededor de cinco mil hombres, que obligó a Jesús a hacer el milagro de la multiplicación de los dos panes y los cinco pescados (Lucas). Hasta ahí, María Magdalena no resulta ser más que una especie de Juana Saltitopa, la recia mujer que se unió al movimiento restaurador, tan pronto éste surgió, y se mantuvo en la retaguardia de la batalla del 30 de marzo, donde "ocupó un sitio entre los combatientes, alentándolos con frases y ademanes e incitándolos a mantener el espíritu de patriotismo en alto" (1).
El enorme mérito de la magdalena es haber estado presente en la crucifixión de Jesús y quedarse, junto con dos mujeres más, frente a su tumba durante toda la noche, después de su enterramiento. Esta velación, una acción aparentemente sin precedentes, hizo que, al filo de la madrugada del día siguiente, las mujeres notaran que el cuerpo de Jesús había desaparecido y, por la recomendación del ángel Gabriel, que debían avisar a todos sus seguidores sobre su resurrección.
El aviso se dio y el nombre de María la magdalena pasó a la posteridad y a la ficción narrativa.
Busqué los momentos en que aparece este personaje femenino en los cuatro evangelios, y, aunque debo confesar que lo hice muy precipitadamente, pude constatar que los incidentes en que se menciona sólo se encuentran en Mateo y Marcos y cubren muy pocos párrafos, como tiene que ser, puesto que es un personaje circunstancial que cumple con una misión extremadamente importante y luego desaparece. Como premio, la Iglesia Católica la hizo Santa.
El hecho de que este personaje haya sido tomado tan en serio por los narradores de todos los tiempos y, con mucha imaginación, por los contemporáneos, implica un reconocimiento a la mujer, en términos de género; un reconocimiento que no es explícito en las escrituras de los evangelistas, machistas por excelencia.
En la Biblia que consulté para hacer estas consideraciones (2) encontré la información de que Jesús expulsó siete demonios del cuerpo de María Magdalena (Marcos 15:43), es decir, que la encontró loca y la volvió cuerda. No explica si estos demonios eran los que la empujaban a la prostitución, aunque podemos inferir que se trataban de los siete pecados capitales, entre los cuales está la lujuria.
Tengo conocimiento, por referencia, de que María Magdalena juega un papel sumamente importante en la novela El Evangelio según Jesús, del escritor portugués, José de Saramago, ganador del Premio Nobel de Literatura. El autor la convierte en una amante del Hijo de Dios, en una deconstrucción estremecedora para los cristianos de todas las sectas, los que, según los Evangelios tradicionales, saben que Jesús nunca pecó con el cuerpo ni con la mente.
No he leído la obra de Kazantzakis La última tentación de Cristo, pero no es difícil colegir que, de alguna manera, María Magdalena se cuela en algún incidente perturbador, puesto que este autor se propone presentar en su narrativa un realismo que no es ficción, una especie de relato imaginativo, producto de las reacciones que el hombre tiene frente a sus emociones, a los estímulos de su cuerpo y de su mente, dentro de un mundo donde la fantasía es realidad, o, mejor expresado, es una interpretación de la realidad, como ocurre cuando cualquiera de nosotros habla sobre un acontecimiento que presenció.
No se trata de realismo mágico ni de deconstrucción, debo aclararlo. El realismo narrativo de Kazantzakis, por lo menos en su novela sobre San Francisco de Asís, es tal, que la levitación del Santo puede considerarse un fenómeno paranormal, que tenía que suceder por la profundización mística al que éste había llegado. Se trata de un realismo lógico, sicológico, completamente en concordancia con las leyes de la naturaleza como las conocemos los humanos, aunque entre estas leyes aceptemos algunas que no tienen que ver con la interpretación racional del mundo que nos encasquetó la Civilización Occidental desde hace unos cuantos siglos.
Carlos Esteban Deive, en su novela sobre María Magdalena, trata a este personaje con ese desgarre natural, ese desquiciamiento sicológico que no tiene asidero en la normalidad, pero sí en la realidad del hombre.
La María Magdalena de Deive es una prostituta en una aldea de pescadores y de pastores. Magdala, el asentamiento donde ella vive; es percibida desde la perspectiva de sus grupos sociales, que chocan y manifiestan sus prejuicios, morales y amorales, en una secuencia que nos sugiere los enfrentamientos de Jesús con los fariseos, los ricos, los enfermos y sus propios discípulos, que no entendían claramente su mensaje. Para Deive, tampoco María Magdalena lo entendió.
En un estudio de un batey en la autopista Duarte, entre Villa Altagracia y La Cumbre, que hicieron estudiantes de Arquitectura de la UASD, en 1973, se detectó algo muy singular. La autopista dividía el caserío en dos. De un lado estaban las viviendas de las familias respetables, que protestaban porque la escuela elemental estaba del otro lado, donde se encontraban las casas de las prostitutas, los prostíbulos, cabarets y demás lugares de entretenimiento y placer. Al leer sobre la persecución de los ciudadanos de Magdala a la magdalena, como lo presenta Deive, entendí dos cosas: Que la intolerancia entre los seres humanos no ha cambiado en todos estos tiempos y que la prostitución no sólo es poco respetable sino también incompatible con el desarrollo de la formación existencial del hombre.
En la locura de la magdalena de Deive, se siente la inconformidad de un ser humano, de una mujer que tuvo la debilidad de entregarse a un hombre (un pastor) que luego la dejó, causándole un trauma que la haría abandonar toda cautela en el posible desarrollo de su formación como persona que desea lograr la aceptación de la Sociedad en que vive. Deive no es explícito en determinar si, en esa época, la pérdida de la virginidad fuera del matrimonio automáticamente la hacía una paria. Lo que parece, por las circunstancias de la trama, es que, de repente, ante la situación no planeada que la ha hecho mujer, la magdalena decide sacarle beneficio y entregarse a otros hombres, contribuyendo al mantenimiento de su madre ciega y de su casa, una melodramatización un tanto dieciochesca que, sin embargo, tendrá sus consecuencias en el desenlace final de la obra. No se entiende de qué manera se mantenían estas dos mujeres antes; pero sí, que María Magdalena, después de los sucedido y ya trabajando la prostitución como profesión, no acepta su situación y desea reformarse sin encontrar salida, más bien hundiéndose cada vez más en su desgracia por la persecución de un fariseo rico a quien ella odia y que ha jurado perjudicarla si ella no se le entrega.
Con la llegada de Jesús a Magdala nacen las esperanzas de María Magdalena. Lleva a su madre donde el Maestro para que haga el milagro de devolverle la visión, pero la multitud que lo sigue atropella a la anciana y ésta muere. Magdalena se siente culpable de esa muerte; sin embargo, en su irracionalidad, termina culpando a Jesús. Lo busca para matarlo, y queda rendida a sus pies cuando el Maestro posa sus ojos en ella y le ofrece las palabras de perdón y, yo diría, de comprensión, que ella tanto necesitaba.
Estas suspicacias y acusaciones que transmiten la culpabilidad de la magdalena hacia Jesús, tan irracionales, son aceptables solamente si consideramos el estado de locura que la invade... y caemos en el evangelio de Mateo que nos informa sobre los siete demonios que Jesús sacó del cuerpo de Magdalena. Para Deive, estos demonios no eran tan sólo el castigo por una vida pecadora; eran también demonios sicológicos, consecuencia de la interiorización de una inconformidad con el mundo que la aturdía y la llevaba a la irracionalidad.
La magdalena de Deive, entonces, se transforma, acepta el mundo, acoge la trascendencia de la Divinidad, ama a Jesús, le sirve. Esta redención, que tiene un gran peso en la conformación de la imagen tradicional que tenemos de la magdalena, apenas la toca el novelista. No está, por ejemplo, aquel hermoso episodio que se le atribuye, en que una mujer trae una pequeña caja de alabastro llena de un costoso aceite perfumado para ungir el cuerpo de Jesús, bajo la protesta de Judas, quien considera que ese material debió venderse y el dinero recolectado gastarse en los pobres. Jesús responde: "Ustedes tienen siempre a los pobres alrededor, pero a mí no me tendrán por mucho tiempo", y, con la aceptación del ungimiento de su cuerpo, anuncia su próxima muerte y propone que lo entierren de acuerdo a la costumbre de la época. En Mateo 26:6, donde aparece este incidente, no se especifica que la mujer que unge a Jesús fuera María Magdalena, sino alguien que vino de Betania. Sin embargo, en la ficción, es sumamente comprensible y hasta enternecedor esta preocupación de una prostituta por la limpieza y el esplendor del cuerpo de Jesús, ya que simboliza la limpieza y la purificación de su propio cuerpo y de los de todos nosotros.
De las ciento cuarenta y dos páginas de su novela, Deive dedica sólo nueve a ese momento supremo en la vida de esta mujer, pero no lo hace siguiendo la historia como la cuenta la Biblia. En la obra de Deive, María la magdalena realiza una serie de interiorizaciones sobre su nueva situación, en que es acogida por la gente que antes la rechazaba. Nos dice el autor: "Todo en ella moría y renacía. En esa confusión mental (ella, n. de a.) notaba un fermento que operaba como un filtro, lavando sus viejas iniquidades y, al mismo tiempo, trasegando sentimientos que nunca había conocido..." (3). En esos momentos, lo que ella más le atraía de Jesús "... era la personalidad del Mesías, su temple, su carácter en cierto modo enigmático. Actuaba y vivía como un humano, sin embargo, aparentaba no pertenecer a la tierra" (4).
La magdalena de Deive no está presente en Jerusalén, en el momento en que Jesús entra acompañado de sus discípulos, va al templo, desafía a los fariseos, es tomado preso, juzgado y crucificado. Ella llega cuando ya Él está en el Gólgota, clavado a la cruz. Entonces, realista hasta el extremo, dentro de esa realidad que ya hemos definido, comienza a trasegar incomprensiones: Jesús crucificado: ¿Por qué? Jesús agónico: ¿Por qué no usa su poder para salir de esa situación? Jesús muerto: ¿Por qué la ha abandonado?... y sale a relucir la verdadera fuerza que ha motivado siempre las acciones de esta mujer formidable: María Magdalena es una egoísta, que sólo piensa en sí misma, en su bienestar, en su beneplácito.
Transcribo de la novela de Deive:
"¿Qué ha hecho (Jesús, n. de a.)? ¿No lo había seguido como deseaba? ¿No se esforzó por entenderlo? ¿Así recompensaba su entereza (sic)? Si la amara un poco no moriría. Si en verdad se preocupase por ella descendería de la cruz y enjugaría su llanto. Pero el hijo de Dios no le hacía caso. No le importaba para nada su orfandad. Lo único que le interesaba era continuar en el madero, orgulloso de ser el protagonista de un espectáculo en trance de culminar. Siempre había sido un exhibicionista, un presuntuoso. ¿Por qué se dejó engañar?" (5).
El hilo conductor del pensamiento de la magdalena puede parecernos desquiciado por “cualquierizar” a Jesús, por reducirlo a un monigote vanidoso y superficial. Nos hace pensar que la mujer volvió a ser tomada por los siete demonios que le exorcizaron o, que, quizás, éstos nunca la abandonaron, sino que se apaciguaron frente a la personalidad divina de Jesús; pero la pregunta final que ella se hace es la que nos hacemos todos los hijos del siglo XX, después que la postmodernidad nos arrancó la inocencia. ¿Por qué nos dejamos engañar de las ilusiones, de las esperanzas, de las promesas que nos hicieron los falsificadores de nuestros destinos?
No hay dudas de que éste es el tema fundamental de la obra. No la redención de una mujer perdida ni su apoteosis al anunciar la resurrección del Mesías; sino el desengaño que sufrió y que todos nosotros sufrimos cuando creemos en una persona que nos asegura nos protegerá, nos cuidará, nos conducirá por el camino del bien y, de repente, nos damos cuenta de que nos engaña, que lo que habla es pura demagogia, que se trata de un populista que sólo quiere conseguir nuestra aceptación para sus propios fines.
Es un tema sumamente actual.
Abrumada por el silencio de Jesús, la María Magdalena de Deive logra abandonar el Gólgota "tambaleándose... subyugada por la visión de la sonrisa congelada en los labios entreabiertos del Mesías" (6).
Nosotros no tenemos esa alternativa.

CONCLUSIÓN

Existe la tesis (7) de que los narradores dominicanos, durante el régimen dictatorial de Rafael L. Trujillo (1930-1961), para proponer argumentos en contra de la Dictadura y a favor de la libertad, escogieron temas que no presentaran riesgos de enfrentamiento con los organismos de represión del Estado. El buen Ladrón de Marcio Veloz Maggiolo se publicó en 1962, pero debió ser escrito bajo la Dictadura. La crítica en el argumento de Deive en Magdalena, sin embargo, no es a la dictadura, sino contra los demagogos y populistas de la democracia, que vinieron más tarde y aún los tenemos entre nosotros; lo cual hace esta novela muy actual. Habría que preguntarle al autor por qué utilizó el recurso de la novela bíblica y proyectó a un Jesús en una perspectiva tan desfavorable.


NOTAS
(1) Enciclopedia Dominicana. Tomo VI, Primera edición, Enciclopedia Dominicana S.A., Santo Domingo, R.D. 1976, p. 165.
(2) Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Editores Watchtower, Bible Tract Society of New Yorc, Inc., 1967, 1985, 1987.
(3) Deive, Carlos Esteban, Magdalena, Santo Domingo, R.D., 1964. p.127.
(4) Deive, Ob. cit. p. 129.
(5) Deive, Ob. cit. Pp. 141-142.
(6) Deive, Ob. Cit. P. 142.
(7) _______, _________, Reflexiones sobre El buen ladrón, de Marcio Veloz Maggiolo (1962), "Jornada de formación literaria dirigida a técnicos y profesores del área de cultura"; Tema: La Novela Bíblica Dominicana, Palacio de Bellas Artes, 18 de enero.

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