Wednesday, September 22, 2010

18 Historias para un buen día, de Manuel Salvador Gautier


Una familia de mediados del siglo XIX

LA FICCIÓN, OTRA REALIDAD, OTRA VEZ
Sobre Historias para un buen día, de Manuel Salvador Gautier
Preparado para la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra
Recinto de Santo Domingo, Departamento de Letras
Profesora Elisa Núñez, Julio 2004

Por Manuel Salvador Gautier

1. LA MOTIVACION
Los relatos que aparecen en Historias para un buen día no se hicieron pensados como un conjunto. Los dos primeros que escribí, “Un buen hijo” y “Un buen soldado”, los redacté como un ejercicio para obligarme a hacer novelas más cortas. En 1990, acababa de completar la tetralogía Tiempo para héroes, con sus mil y pico, casi dos mil páginas, y los primeros comentarios negativos que tuve fueron relacionados con su extensión. Con estas dos historias, quise acostumbrar mi mente a hacer síntesis, a crear tramas que no se extendieran más allá de lo adecuado, a escoger escenas que fueran las más significativas para presentar las tramas. Sin estar consciente de ello, preferí el relato en vez del cuento. El relato es una versión corta de la novela; se parece más a ésta, ya que al autor le está permitido crear personajes secundarios, tramas paralelas, y situaciones que ocupen más de un tiempo en la vida de los personajes, lo cual no debiera ocurrir en un cuento.
Recuerdo que la primera versión de “Un buen soldado” tenía el problema de estar en primera persona, contada por un personaje de pueblo, casi un campesino (el ordenanza), pero escrita en una prosa desenvuelta y culta. La primera observación que me hizo Armando Almánzar, un amigo escritor, cuentista y, últimamente, novelista (1), cuando se la di a leer, era la incongruencia entre el personaje y su vocablo. Tuve que pensarlo bien para encontrar la manera de conciliar las dos cosas. Adopté la técnica de la historia dentro de la historia, es decir, la técnica llamada “de la caja china”: un personaje culto cuenta la historia, interrumpida, cada tanto tiempo, por la exposición del ordenanza a los jueces, en el momento atemporal en que éste hace su declaración jurada, y en su lenguaje pueblerino.
Con relación a “Un buen hijo”, presento la historia de una tía abuela mía que, ya anciana, hospedé en mi casa hasta su muerte. La primera versión estaba contada en primera persona por una mujer, la sobrina nieta de la anciana solterona. Lo hice así, porque quería experimentar escribiendo en primera persona desde el punto de vista de un personaje femenino, tratando de interpretar y exponer la psicología de una mujer, de cómo ésta reacciona frente a un deber que ella misma se ha impuesto y que, poco a poco, se va haciendo cada vez más pesado. Para cambiar la historia al punto de vista de un hombre, tuve que hacer alteraciones en varias escenas con el fin de lograr situaciones que reforzaran la masculinidad del nuevo narrador en primera persona.
La próxima historia, “Un buen esposo”, se basó en la narración sobre los “amores” de mi papá y mi mamá, como la oímos contar por ellos mismos, la abuela o las tías. Quise recoger la historia de un encuentro que se convirtió en un amor duradero, un amor que, para sus hijos, siempre fue vigente, hasta la muerte de los dos. Cuando vine a ver, había complicado la historia de tal manera que resultaba enredada y poco efectiva. Tuve que escribir de nuevo el final, para hacerla más potable. Por supuesto, bastante alejada de la verdadera historia de mis padres. Cuando se la di a leer a mi mamá, me dijo: “¡Pero no fue así!”… Ése es el problema con los novelistas: inventan, crean; el mundo que presentan es un mundo imaginario, otra realidad, no importa de dónde saquen las fuentes para su obra.
El hecho que yo escogiera historias que tuvieran que ver con mis progenitores y familiares viene de un deseo de escribir sobre mi familia que surgió en el seno de ésta, cuando se hablaba con admiración de mi bisabuelo, Manuel María Gautier, el patriarca que, durante el siglo XIX, creó el clan que se mantuvo vigente por varias generaciones subsiguientes. Siempre hago la anécdota que me ocurrió cuando estudiaba en la Universidad de Cornell, en los Estados Unidos, en un curso de literatura, en los años de 1949-50. Como tema de investigación, el profesor asignó a los estudiantes latinoamericanos un estudio sobre un novelista de su país. En ese entonces yo sólo conocía a Juan Bosch con su novela La mañosa y a Rafael Damirón con su novela Revolución; pero de ninguno de los dos tenía mayor información. Traté de conseguir datos sobre ellos y ejemplares de sus libros en la biblioteca de la Universidad, y no los encontré. Para cumplir con los requerimientos del curso, me inventé a un autor dominicano, con una bibliografía de varias novelas, entre las cuales estaba La casa sin paredes que, según la síntesis que imaginé, trataba sobre las peripecias ocurridas a Manuel María, mientras fue funcionario en varios gobiernos de Buenaventura Báez y Ulises Heureaux (Lilís). Desde entonces, cada vez que me sentaba a escribir una novela (lo hice en varias ocasiones, durante décadas, aunque luego abandonaba el intento), sentía el deseo de narrar La casa sin paredes. A finales de los 90, después de escribir tres obras históricas (dos publicadas: Tiempo para héroes y Toda la vida, y una inédita: La mala racha), y de hacer una propuesta imaginaria de la vida conyugal entre la poeta Salomé Ureña y el patricio Francisco Henríquez y Carvajal en Serenata, me di cuenta que ya no podría escribir otra novela histórica. Tenía otros planes, me disponía a trabajar más dentro de la línea que me trazaba el movimiento interiorista del Ateneo Insular, círculo literario al cual pertenezco desde 1995 y donde Bruno Rosario Candelier y otros miembros e invitados me orientaban hacia el mito, la metafísica y el misticismo. Aún así, produje Balance de tres, que no es una novela histórica como tal, pero que se desenvuelve en un momento dado histórico (la ocupación norteamericana de 1916-24 en nuestro país). Al día de hoy, tengo escritas dos novelas inéditas más, La fascinación de la rosa y El asesino de las lluvias, y otra en proceso, Un árbol para esconder mariposas, que ocurren en nuestros tiempos y que tratan temas míticos o metafísicos.
Me quedaba la zurrapa de contar la historia de la familia.
Hacia la mitad de los 90 decidí no escribir sobre Manuel María sino sobre el clan Gautier. Al morir mi tía Genoveva Gautier de Vásquez en septiembre de 1992, escribí una sentida semblanza que comienza: “Durante el siglo XIX, en la República Dominicana se dio un fenómeno sociológico que no ha sido tomado en consideración por los historiadores para explicar los hechos que forman el cuerpo fundamental de nuestra historia. Se trata de la presencia de clanes familiares que actuaron como catalizadores de grupos políticos. Uno de los más destacados en el inicio de la formación de la República fue el que consolidó Buenaventura Báez, cabecilla del movimiento rojo y presidente de la República cinco veces a lo largo de un período de treinta años, desde 1846 hasta 1877. En ese clan se destacó por su percepción política, inteligencia creativa y desenvoltura cultural Manuel María Gautier, cuya hermana, Altagracia, estaba casada con Félix, hermano de Buenaventura. Manuel María fue uno de los soportes de Buenaventura en todas las iniciativas, positivas y negativas, que conllevaron a la perpetuación de la República Dominicana. Manuel María fue el abuelo de Genoveva Gautier”. En lo adelante, este planteamiento me guió en la decisión que tomé para escribir la historia de los Gautier.
En algún momento a principios de los años 90 había comenzado La casa sin paredes con la historia de Ramona, la madre de Manuel María. Tomé este inicio y lo convertí en “Un buen compañero”. Ya decidido a contar la gesta de los Gautier en una serie de relatos, me senté a escribir la historia de Manuel María y produje “Un buen ciudadano”. En ambas historias hice énfasis en el aspecto personal del personaje y la relación de éste con su entorno, tratado desde una perspectiva sociológica y psicológica, no política.
“Un buen amigo” surgió de otra manera. Después de completar la primera parte de Balance de tres en la que contaba la historia de Teonil, y comenzar la segunda, en la que contaba la de Nilo, me di cuenta que me había extendido demasiado en la primera, y que necesitaba acortarla. Eliminé todas las introspecciones de Teonil en la que daba detalles de sus experiencias de niña y de su estadía en Europa. De repente, tenía a mano un material muy bueno con el cual no sabía qué hacer. Recordé que, al morir mi papá, sus hijos encontramos entre sus documentos una carta en francés de una señora que le hablaba íntimamente de cuando ellos estuvieron juntos mientras él hacía sus estudios universitarios en Gantes, Bélgica. Sustituí la carta de la señora por una “memoria” escrita, supuestamente, por Teonil, sobre su estadía en Europa, y creé la interrogante de si Teonil y el padre del narrador habían sido amantes mientras estuvieron los dos, para la misma época, en Europa. De esa manera inicié un proyecto intertextual entre algunos de los relatos y mis novelas.
“Un buen hermano” no tiene que ver directamente con la historia de los Gautier. Fue el resultado de intercambios que tuve con un intelectual, en la cafetería en la Arzobispo Meriño esquina El Conde, frente al parque Colón, que se me acercó un día para preguntarme si yo sabía que Manuel María había sido Presidente de la República en una ocasión, a lo cual, extrañado, yo respondí que no. Entonces me explicó que durante la primera vicepresidencia de Manuel María en los gobiernos de Lilís, éste último lo designó Presidente Interino, mientras se iba a pelear, por unos cuantos meses, contra un caudillo insurgente en el Cibao. El intelectual era historiador y preparaba un elenco de todos los presidentes que había tenido nuestro país desde que surgió como República en 1844. Trabamos una buena amistad literaria. En uno de nuestros encuentros, me habló de una payasa que venía los domingos al parque Colón, junto con un titiritero, a entretener a los niños de la vecindad. El hecho me resultó inaudito y prendió mi imaginación. Le pedí más detalles, y el resultado es la historia de Balina-Irma.
Creé varios subterfugios con el propósito de establecer una cierta unidad entre relatos tan dispares:
Primero: Concebí un narrador único, Federico, que es, también, el protagonista de la novela La fascinación de la rosa, aún inédita, con lo cual reforzaba el planteamiento de la intertextualidad entre mis últimas obras. Federico es el narrador que cuenta todas las historias, como se las han contado a él o como las ha vivido; representa la quinta generación del clan patriarcal, con la cual el clan termina. Federico, tataranieto de Ramona, cuenta las historias con gran desenfado, como corresponde a un individuo que vive una época de descreimiento, duda y desencanto (1965-1996), y donde el pasado, el presente y el futuro de su país se ponen en entredicho.
Segundo: Redacté una misma estructura inicial para todas las historias, con una primera escena que retrata la personalidad del personaje principal; una segunda escena que introduce al narrador en primera persona, involucrado de alguna manera en los funerales o en la muerte del personaje principal; y una tercera escena con la cual se lanza el recuento de la historia.
Tercero: Ideé un mismo inicio de nombre para todos los cuentos: “Un buen…”
Una vez redactadas todas las historias de la obra, pensé ponerle por título Historias de la familia; pero en una reunión que tuve en la que participaron algunos amigos novelistas, hablé sobre la obra, y uno de ellos, Luis Santos (2), me dijo que le cambiara el nombre por ser muy común, de poco impacto. Decidí llevarme de la recomendación del amigo novelista y le puse Historias para un buen día, para reforzar aún más los nombres de los siete relatos presentados.
En definitiva, en los siete relatos de esta obra, expongo la saga de un clan familiar, formado en el momento histórico (siglo XIX: 1844 en adelante) en que se crean los clanes patriarcales que actuaron como catalizadores para la formación de las elites sociales y de los grupos políticos que primaron desde entonces en la República Dominicana, reconociendo sus fallas y sus virtudes. Los nombres escogidos para los relatos son indicadores de este reconocimiento.
Mientras el nombre de la obra atrae al lector con la oferta de una lectura amena, lo cual creo que se logra, los nombres de cada historia son engañosos; a veces significan lo contrario de lo que sugieren; otras, implican un sentido no común de las relaciones entre los seres humanos.
En “Un buen compañero”, Ramona es la matrona que cría sus hijos bajo la dictadura haitiana de Jean Pierre Boyer (1821 – 1844) y busca una estabilidad económica mediante el apareamiento con un marido adecuado. Después de amancebarse con varios hombres sin encontrar el ideal al que aspira, Ramona considera, finalmente, que el hijo, Manuel María, es el compañero buscado, el que la ha provisto de todas las comodidades y atenciones que ella esperaba de sus hombres, el “buen compañero” que trató de conseguir y que nunca encontró entre sus maridos. Se plantea una relación marital-filial no común.
En “Un buen soldado”, el Alférez Félix Manuel (Felito) (1910) es el militar honesto que debe enfrentar a una sociedad corrompida donde se celebra tan sólo a los ganadores, no importa cómo hayan logrado su poder y fortuna. Felito es asesinado por temor a que, con su audacia, llegara a imponer los criterios de buen comportamiento militar que lo guiaban; y así terminar con los atropellos que realizaban los caudillos, con sus golpes de Estado, despilfarros de los fondos públicos, nepotismo, populismo, desórdenes, y demás. El hecho que al alférez se le considere “un buen soldado” es reconocer el valor de sus ideas en contraposición a la de quienes lo asesinaron. Es también una manera de satirizar el triunfo de lo peor sobre lo mejor.
En “Un buen hijo”, Aurita es la solterona que encontrará el amor de su vida en un galán con el cual establecerá una relación extraña (1920 – 1996), relación aceptada por una sociedad que se ha consolidado bajo los cánones victorianos de apariencias morales y realidades amorales. Después de estar divorciado por un largo tiempo, el viejo Reinaldo acepta casarse de nuevo con Aurita, una mujer a quien ya no ama y con la cual no piensa tener relaciones maritales; lo hace, simplemente, para complacer a su madre y demostrarle que es “un buen hijo”, creando, al mismo tiempo, una situación anómala, tanto entre él y la mujer con la que se ha casado, como entre él y la “otra” mujer, con quien vive. Llamarlo “buen hijo” es reconocer valores distorsionados por percepciones unilaterales. También es “un buen hijo” el narrador Federico, quien, para cumplir con un deber familiar, de acuerdo al orden patriarcal que él pretende mantener, acoge a la tía anciana, para darse cuenta, muy tarde, que ha recibido a un huésped exigente que destruye la disciplina hogareña que él había impuesto en su casa. Con la creación de esta situación se entiende que ese orden patriarcal ya no existe, puesto que Federico no puede imponer su voluntad ni es tratado por la tía con los miramientos a que es acreedor como patriarca.
En “Un buen amigo” y “Un buen esposo”, Juan Manuel es el último patriarca, que vive una posible aventura de amor en Francia (1925), nunca olvidada pero descartada cuando al volver a su país, encuentra a la mujer que adorará eternamente (1926).
En “Un buen amigo”, Federico, uno de los hijos de Juan Manuel, trata de mantener la idea que se había hecho de las exaltadas relaciones de amor entre su padre y su madre, disminuyendo la importancia de otras relaciones que tuviera su padre con otras mujeres, antes de conocer a su madre. Al pretender que las relaciones de su padre con otra mujer que conoció en Europa fueran tan sólo de “buenos amigos”, el hijo construye una ilusión falsa de la realidad, y le resta calidad a lo que trata de valorar, ya que lo significativo de la relación entre sus progenitores es que haya sido siempre leal, constante y consecuente desde que la establecieron. El hijo hace una valoración egoísta y venal del padre y, de paso, de la madre.
En “Un buen esposo”, se establece el valor positivo que tiene el amor consolidado y permanente del hombre hacia la mujer con la cual se ha casado (y viceversa). El título de la historia confirma este valor.
En “Un buen ciudadano” Manuel María es el hijo que lucha por ser el padre proveedor de la familia durante los gobiernos de la Primera y la Segunda República (1844 – 1916). Para ello, crea un clan que permanecerá en el tiempo, por varias generaciones. El valor de la ciudadanía se mide en base al éxito político, económico y social que haya tenido el individuo sin tomar en consideración la honestidad y buen desempeño con que logró este éxito. Se plantea así un antivalor corruptor para una sociedad que sólo aprecia lo material.
En “Un buen hermano”, el nombre satiriza la relación entre un hermano y una hermana que culminó en incesto. La saga de los Gautier concluye con esta historia, donde se presentan los signos de la disolución del clan (1965 – 1996). Es el momento en que Federico ha desechado reconocer, totalmente, su responsabilidad patriarcal que pretendió mantener una vez. Federico abandona a Irma-Balina en su enfermedad; prefiere delegar la curación de la extranjera a otro médico, a asumir su papel de cabeza de familia, responsable de todos sus miembros y allegados. Así se demuestra que la familia no tiene un varón proveedor que actúe como patriarca, y aparecen las nuevas formaciones familiares que predominarán en una sociedad postmoderna, formaciones menos compactas, más elusivas; menos participativas, más individualistas.

2. LA REALIDAD Y LA FICCION EN LOS SIETE RELATOS

En mi visión fabuladora como AUTOR de Historias para un buen día, existen dos familias. Está la familia histórica Gautier de cinco generaciones, compuesta por la matrona Ramona Gautier Hernández, el hijo Manuel María Gautier, el nieto doctor Salvador Bienvenido Gautier Hinojosa, el biznieto ingeniero Manuel Salvador Gautier González y el tataranieto doctor arquitecto Manuel Salvador Gautier Castellón,
Basada en esta familia real, inventé la familia paralela, imaginaria, compuesta por la matrona Ramona, el hijo Manuel María, el nieto Juan Modesto, el biznieto ingeniero Juan Manuel y el tataranieto doctor Federico. En la novela La fascinación de la rosa, el apellido de estos personajes es Nadal.
La familia imaginaria se apoya en las circunstancias de la familia auténtica, pero no es exactamente la misma. El AUTOR ha creado ficción, ha interpretado a su modo la realidad y le ha dado un perfil que se acomoda al tema que domina la secuencia de las historias. Alrededor de esta familia imaginaria giran otros personajes que pueden ser reales o ficticios, dependiendo de la materia prima que haya utilizado el AUTOR para desarrollar las tramas de las historias contadas.
Esta ficción Vargas Llosa la llama “la mentira de las verdades” en un artículo que publicó (Listín Diario, 5 de noviembre 1999, Opinión 9A), criticando una biografía del ex—presidente norteamericano Ronald Reagan, en la cual el autor, Edmund Morris, decidió incluir varios personajes ficticios para darle movimiento a la trama. Para el autor hispano—peruano, la biografía o historia deja de serlo en el momento en que se introduce ficción, por mínima que ésta sea. Escribe: "Edmund Morris sabe mucho de historia, pero, me temo, no sabe gran cosa de literatura, dos disciplinas o quehaceres que aunque a veces se parezcan mucho, son esencialmente diferentes, como la mentira y la verdad. La historia cuenta (o debería siempre contar) verdades, y la ficción es siempre una mentira (sólo puede ser eso), aunque, a veces, algunos ficcionistas —novelistas, cuentistas, dramaturgos— hagan esfuerzos desesperados por convencer a sus lectores de que aquello que inventan es verdad ("la vida misma")."
Historias para un buen día es ficción. Cada uno de los relatos que la compone fue inventado por mí a base de deducciones e hipótesis que formulé sobre hechos reales que convertí en ficción.
La base histórica de la ficción, para cada uno de los relatos, es la siguiente:

En “UN BUEN COMPAÑERO”:
Mientras fui niño y adolescente, en mi casa siempre se hablaba con cierto resguardo de mi tatarabuela Ramona. Todos los miembros de la familia sabían que Ramona, la matrona, madre de Manuel María Gautier, había tenido varios hijos a los cuales debió darle su propio apellido, ya que el hombre, o los hombres, con quien los procreó no los reconocieron como hijos propios. Sólo al último hijo que tuvo, Antonio, se le dio el apellido del padre, Arredondo. Una de las teorías que la familia propuso sobre el asunto fue que Arredondo había sido el padre de todos, pero que, debido a alguna circunstancia especial en su vida (estaba casado, por ejemplo) no pudo o quiso reconocerlos, y que reconoció al último después de enviudar. Hubo otras teorías, pero todas sin base real alguna. En una, Ramona descendía de una noble de España que tuvo un hijo bastardo; en otra, el padre de los hijos de Ramona pudo haber sido un sacerdote que, aunque no los reconoció, se ocupó de la educación de sus hijos. Mi sobrina, María Josefina Álvarez Gautier, historiadora, se interesó en estudiar la genealogía de la familia, y propuso algunas teorías sobre el origen del marido de Ramona, basadas en documentos que encontraba en sus investigaciones. Ella fue la que sostuvo atrevidamente que Ramona probablemente había tenido hijos con más de un hombre. También averiguó que un soldado Gautier, de una familia de origen francés pero radicada por más de una generación en Puerto Rico, vino con las tropas que el Gobernador de esa isla envió en 1808-9 para reforzar el alzamiento de Juan Sánchez Ramírez con el fin de iniciar la Guerra de la Reconquista. Según esta versión, Ramona nació en 1910, supuestamente en Puerto Plata, y fue muy fácil deducir que en su estadía en el país, Gautier se había unido a una criolla y procreado a Ramona, dándole su apellido. Esta deducción de mi sobrina la tomé muy en serio y fue la que inspiró el episodio inicial de Julia y Jean Marie. Años después, María Josefina Álvarez descartó esta teoría, pues encontró un documento que identificaba a la madre de Ramona, de apellido Hernández, y que demostraba, entre otras cosas, que ésta había nacido en Santo Domingo, no en Puerto Plata. Éste documento, sin embargo, no dejaba claro el origen francés del padre de Ramona, de apellido Gautier.

En “UN BUEN SOLDADO”:
En la década de los 80 y los 90, el historiador doctor Manuel Mañón Arredondo publicaba episodios históricos en el periódico Listín Diario. Cuando le tocó tratar el período presidencial de José Bordas Valdez (1910-1912), contó el episodio de una asonada de Horacio Vásquez contra el Gobierno establecido, en que un soldado montado, de la guardia republicana, cuyo apellido era Dujarric, perdió la vida en un motín defendiendo la causa de la legalidad constitucional. El apellido del soldado me intrigó, ya que no es común en nuestro país, y era el mismo de una amiga íntima de mi abuela Teresa González de Gautier. Asumí que el soldado debió ser un hermano o primo de tía Herminia, como llamábamos a esa amiga de mi abuela, aunque nunca he podido comprobarlo.
Algunas entregas más tarde, el doctor Mañón relató los detalles de la llamada “Guerra de los ferrocarriles” en la que el mismo Horacio Vásquez había intentado tumbar de nuevo al presidente Bordas con el alzamiento de unos de sus generales adláteres, en ese momento gobernador de Puerto Plata.
Los dos episodios juntos me motivaron a escribir la historia del alférez Félix Manuel, alias Felito.

En “UN BUEN HIJO”:
Una tía abuela mía residió conmigo sus últimos nueve o diez años de vida, y, estando en mi casa, enviudó de su esposo, con quien no convivía maritalmente. Él la visitaba todos los días para estar con ella un rato y luego se iba a cohabitar con su segunda esposa, de quien se había divorciado para casarse en terceras nupcias con mi tía, según me dijo, porque su mamá le había solicitado que lo hiciera. Su mamá era muy católica y consideraba que el primer matrimonio de su hijo era el que valía ante Dios y el que él debía mantener y respetar.

En “UN BUEN AMIGO”:
Al completar la segunda parte de mi novela Balance de tres me di cuenta que debía acortar la primera. Con lo recortado, tuve así un material que me sirvió para esta historia.

En “UN BUEN CIUDADANO”:
La familia tiene muy pocos datos sobre la vida privada de Manuel María Gautier y su esposa Evarista Hinojosa. Sabemos que casaron después de tener varios hijos, también que iniciaron su vida marital con muy pocos recursos y terminaron construyendo residencias suntuosas. Algunos miembros de la familia guardan restos de platería, cristalería y loza, toda de finísima calidad, lo cual da a entender la riqueza que llegó a acumular la pareja, el refinamiento que adquirió y el lujo del que se rodeó. De Manuel María se sabe que desempeñó el periodismo político, siendo además oficial contador de la corbeta Cibao, y en 1856, secretario particular del general Felipe Alfau. Ya en su fase como político a las órdenes de los presidentes Buenaventura Báez y Ulises Heureaux (Lilís), existen más datos sobre sus actividades. Participó en varias gestiones antipatrióticas, la primera, cuando el presidente norteamericano Ulises Grant estudió la posibilidad de hacer de la República Dominicana un estado más de los Estados Unidos. Posiblemente Manuel María tuvo que ver con el primer préstamo oneroso al país, ejecutado por Báez, que eventualmente llevó, en el gobierno de Lilís, a la formación del consorcio con la casa holandesa Westendorp; el cobro de este préstamo fue el que produjo, en el siglo XX, la primera ocupación norteamericana de 1916-24. Los historiadores reconocen que Manuel María era sumamente inteligente y un orador impecable. Casó a toda su prole con hijos e hijas de familias adineradas o de reconocido abolengo político, creando un clan político y económico que continuó bajo la protección de Horacio Vásquez, ya que una de sus hijas casó con Leonte, un hermano de éste y, supuestamente, el consejero que Horacio oía con mayor atención.

En “UN BUEN ESPOSO”:
En mi casa siempre se contaba la historia de cómo papá y mamá se conocieron durante la inauguración del canal de Guayubín. Mi papá oyó a mi mamá cantar como una de las solistas del coro de la Iglesia de San José, de Santiago, que se presentó durante el Te Deum que solemnizaba el acto, en la iglesia de Guayubín (mi mamá tenía una voz de soprano bellísima). Mi papá quedó prendado, la siguió al acto que se llevó a cabo en la represa ubicada en Juan Gómez, un caserío cerca del poblado de Guayubín, y se enamoró para siempre. Con posterioridad a la terminación del canal de Guayubín, mi papá fue comisionado por Horacio Vásquez a dirigir los trabajos de colocación de las pirámides que indican, al día de hoy, la línea fronteriza entre nuestro país y Haití. En la casa de mis padres, también se comentaba que mi mamá había sido la primera madrina del equipo capitaleño de béisbol Licey, invitada, desde Santiago, para inaugurar la primera temporada de juegos con el equipo Escogido. Junté las tres cosas, metí un poco de imaginación, y salió este relato. (Por mis hermanos Josefina y José, me enteré recientemente que el Licey fue fundado en ese pueblo, cerca de Santiago, por los Bermúdez y otros distinguidos santiagueros, y que mi mamá tenía trece años cuando hizo de primera madrina).

En “UN BUEN HERMANO”:
Con el amigo historiador que me habló de la payasa que acompañaba al titiritero los domingos para presentar un espectáculo entretenido a los niños del parque Colón, supe también que ella era oriunda de uno de los países comunistas (posiblemente, rusa), casada con un estudiante becado a la Unión Soviética por diligencias del Partido Comunista Dominicano (PCD). Yo había estado recién en Bulgaria, con motivo de una Asamblea General del Comité Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), y escogí a este país para mi historia por haber recorrido a su capital, Sofía, y visitado a varios de sus lugares turísticos en los alrededores. (No estuve en Plovdiv ni en Karlovo y Kazanluka).

3. LA DECONSTRUCCION

La mitificación de los personajes históricos lleva a la deformación de sus realidades y a su incomprensión. En nuestra historia, no sabemos explicar el retiro de Juan Pablo Duarte de la política, ni el entreguismo de Pedro Santana frente a los españoles, porque no los reconocemos como seres comunes, con sus fuerzas y sus debilidades. En el postmodernismo, se tiende a la demitificación, a eliminar todo el engrandecimiento que estos héroes y patriotas no necesitan, y a tratar de verlos como fueron. No es una tarea fácil. Los historiadores que lo hacen pueden ser tachados de anti—históricos, traidores y otras lindezas, aparte de lo difícil que es hoy en día determinar las interioridades de estos personajes a través de sus acciones, públicas y privadas. Por eso es más fácil trabajarlos desde la ficción.
En la deconstrucción literaria se toma un mito y se lleva a una nueva dimensión, donde se presenta una realidad más humana del héroe o la heroína. No hay ensalzamiento.
Historias para un buen día es una deconstrucción.

4. EL TEMA, LA TRAMA Y EL CONFLICTO EN HISTORIAS PARA UN BUEN DÍA, REQUERIMIENTOS PUNTUALES PARA CONSIDERAR UNA OBRA LITERARIA UN RELATO

El gran tema unificador de Historias para un buen día es la presentación de la formación y desaparición de un clan patriarcal. La trama que apoya este tema es dispersa; hay que sacarla como entretejido de las tramas de cada uno de los relatos. El conflicto le llega a Federico cuando, tratando de mantener la regla de protección familiar establecida en un clan patriarcal, recoge en su casa a la tía abuela, para darse cuenta que es un verdadero sacrificio tener una persona extraña en el medio, que sólo demanda y no aporta a los problemas cotidianos de la casa. El sobrino llega a lamentarse de haber actuado así, aunque galantemente, en el último momento, decide aceptar la realidad, y le lleva un ramo de rosas a la tía, como una compensación por su mal pensamiento. Un verdadero patriarca no tiene este tipo de problema sicológico. Ordena, da y es obedecido. Federico termina abandonando sus intentos patriarcales y acogiéndose a las nuevas formaciones familiares de aislamiento y desentendimiento de sus congéneres desarrolladas en el postmodernismo.
En cuanto a los relatos, cada uno tiene su tema, trama y conflicto.

En “UN BUEN COMPAÑERO”:
TEMA: La contraposición entre una vida basada en la fantasía, y una basada en la realidad.
TRAMA: La madre de Ramona, Julia, vive con la esperanza de que su esposo, Juan María, volverá a buscarla, a ella y a su hija, para llevarlas a donde él se encuentra y revivir el amor que compartieron mientras estuvieron juntos. Julia cría a Ramona con esa ilusión; la educa para que se comporte como su padre esperaría que lo haga, una señorita que se codearía con lo mejor de la sociedad; y se mantiene evocando el gran amor que ella y su padre tuvieron.
Ramona, al principio, cree en las ilusiones de la madre, hasta que se da cuenta que no se materializaría. Entonces desarrolla un sentido práctico de la vida que la llevará a eliminar toda expectativa que no se base en la realidad. Cuando se enamora por primera vez, queda encinta, es abandonada y se encuentra en una situación muy similar a la de su madre. Ramona decide buscar un hombre que le resuelva el problema de su manutención; es decir, va en procura de “un buen compañero” que la rodee de las comodidades mínimas a las cuales ella aspira para sí y para sus hijos. Se une maritalmente con varios hombres que, por una razón u otra, se ven obligados a abandonarla, dejándola vulnerable, con varios hijos qué criar y una situación de inestabilidad, tanto económica como emocional, en un país ocupado por extranjeros que intentan imponer su lengua y sus costumbres. Ella logra educar a sus hijos y los encamina hacia la superación. Los orienta con la filosofía de que el mejor logro es el material: obtener riquezas y prebendas. Gracias a su propia iniciativa, el segundo, Manuel María, se convierte en una persona de avanzada, con acciones que lo llevan a ser un hombre rico y un político exitoso. Ya en la vejez, acomodada, rodeada de atenciones por sus hijos y su descendencia, convertida en una matrona modelo, ejemplo de virtud como tronco de una familia patriarcal, Ramona reflexiona sobre sus logros, rememora los tiempos en que compartía con su madre esperanzas e ilusiones, se arrepiente por no haber criado a sus hijos con ideales basados en criterios morales, en vez de deseos de riqueza, y se da cuenta que, al final, el “buen compañero” que buscó toda la vida es su hijo Manuel María, que la mantiene rodeada de lujos y atenciones. Entiende que sus pretensiones por “un buen compañero” no eran sólo para conseguir que éste la proveyera de comodidades, sino que justificaban también sus deseos sexuales de tener a un hombre siempre a su lado. Consciente de esto, va en procura de su último hombre.
CONFLICTO: El momento en que Ramona tiene que decidir entre buscar “un buen compañero” o seguir a la espera del hombre que ama, que, posiblemente, la dejará esperando, como Juan María dejó esperando a Julia, su mamá.

En “UN BUEN SOLDADO”:
TEMA: La imposición de la legalidad constitucional es combatida por los que medran en el desorden y la ilegitimidad.
TRAMA: Felito es un soldado que cree en los principios de la democracia, por lo que considera, a pie juntilla, que uno de los papeles más importantes que juegan las fuerzas armadas es el de defender la legitimidad de los poderes del Estado. Por sus méritos como soldado disciplinado, se ha convertido en el porta estandarte de su Compañía y es muy apreciado por sus compañeros. Durante el gobierno interino de José Bordas Valdez, corren los rumores lanzados por la oposición sobre las intenciones del Presidente de prolongarse en el poder, a las buenas o a las malas, y de convertirse en dictador. Felito está dispuesto a oponerse a cualquier empeño de cualquier caudillo de intentar dar un golpe de Estado para sustituirlo o del Presidente de convertirse en Dictador; su meta es que se cumpla el mandato para el cual el Presidente Bordas fue escogido, es decir, preparar unas elecciones libres. Si alguien pretende dar un golpe de Estado, él tiene organizado un contra golpe, respaldado por los jóvenes oficiales, para propiciar un gobierno que prepare las elecciones libres deseadas.
Felito tiene que ir en respaldo de Bordas cuando es atacado en Puerto Plata por un general de la oposición que quiere obligarlo a deponer el poder. Bordas se arma y agrede al golpista, venciéndolo y obligando a la oposición a replegarse. Durante este episodio, Felito es el soldado que más se destaca, por su decidido enfrentamiento con el enemigo. Al convertirse en el héroe del día, logra que más jóvenes oficiales lo procuren en busca de sus orientaciones.
Aún en Puerto Plata, Felito es llamado por su superior militar a respaldar a Bordas en cualquier circunstancia. De vuelta a Santo Domingo, éste le solicita a Felito que organice la buena disposición de los jóvenes soldados en ese sentido. Felito no se siente satisfecho con esta orden; pero como se trata de respaldar al gobierno legal, la acepta. Surge un enfrentamiento con la oposición en un mitin organizado por ésta para dar, eventualmente, otro golpe de Estado contra Bordas. Felito actúa con madurez, sabiendo que muchos de los jóvenes que están contra el Gobierno lo hacen por ignorancia, porque han creído en el rumor lanzado contra Bordas sobre sus intenciones de trastocar las elecciones venideras. Se reúne con ellos y los convence para que depongan su actitud belicosa, pero la oposición organizada logra sobreponerse a los intentos de apaciguamiento de Felito y se lanza a las calles para tumbar al Gobierno. Felito se ve obligado a responder con sus armas. En el intercambio de disparos, una bala intencionada mata a Felito. Andrés, su ordenanza, un campesino que admira la actitud patriótica de Felito, va en persecución del asesino y lo ejecuta, cortándole la cabeza de un sablazo. En la deposición que éste hace frente al jurado militar que lo enjuicia, queda claramente establecido que no son uno sino varios los grupos con motivaciones para asesinar al alférez, todos relacionados con alcanzar el poder a como dé lugar, contrario a los ideales de orden y constitucionalidad del asesinado.
CONFLICTO: El momento en que Felito tiene que decidir si acepta o no los requerimientos de su superior militar de respaldar al Presidente Bordas, con el encargo de convencer de ello a los jóvenes oficiales.

En “UN BUEN HIJO”:
TEMA: Las contradicciones entre situaciones que, aparentemente, resuelven problemas de relaciones entre madre e hijo y entre esposo y esposa, pero que contienen intrínsecamente un engaño, aceptado por una sociedad que se ha consolidado bajo los cánones victorianos de apariencias morales y realidades amorales.
TRAMA: La solterona Aurita conoce a Reinaldo, un militar, edecán de un general, pariente de su familia, con quien ella intercambia coqueterías en un juego de lotería. Este encuentro lleva al edecán a proponerle matrimonio a Aurita, que, enamorada, acepta, aunque la madre y las hermanas de ella se oponen, por considerar al militar socialmente inferior y porque, entre otros hechos inadmisibles, Reinaldo tenía un hijo ilegítimo con una señora que fue cocinera de su mamá. El matrimonio de Aurita y Reinaldo fracasa, después que ella aborta un hijo de Reinaldo y el médico le recomienda que no tenga otro. Aurita comienza a resentir a la otra mujer, con quien Reinaldo tuvo el hijo, y a quien el militar visita para estar con éste. Los celos y la frustración llevan a Aurita a separarse de Reinaldo y a retornar al seno de su familia, a residir con su madre, mamá Cielito, y sus dos hermanas, Candita y Fineta, existiendo de manera automática y sin incentivos. Más de diez años después, ya muerta la madre de Aurita, Reinaldo se acerca su ex esposa y le propone que vuelvan a casarse. Aurita impone su voluntad contra el parecer de sus hermanas, y acepta un noviazgo, en el que Reinaldo visita todos los días la casa de las tres hermanas y resuelve varias situaciones que se les presentan, tales como buscar un plomero para arreglar el sanitario o ir a cobrar la pensión de la viuda Fineta. Al asumir que Reinaldo querrá venir a vivir con ellas, surge el problema de la residencia de los nuevos esposos, una vez casados, planteado por las dos hermanas de Aurita. El problema se resuelve: Aurita y Reinaldo casan, Reinaldo se queda viviendo con el hijo (y la “otra mujer”) y Aurita con las hermanas; Reinaldo sigue con sus visitas diarias a la casa de Aurita.
En 1965 estalla la Guerra de Abril y las tres mujeres quedan expuestas al peligro, ya que la casa donde viven está en la parte de la ciudad donde se pelea. Al terminarse la contienda, los sobrinos y sobrinas de las ancianas deciden sacarlas de allí, las mudan a otra localidad, y terminan repartiéndoselas y llevándolas a sus casas para atenderlas mejor. Aurita va a parar donde un sobrino nieto que se había divorciado y esperaba que ella supliera la falta de una mujer en la casa, pero Aurita se instala como una huésped y cambia todas las reglas de mantenimiento que había establecido el sobrino para ordenar su casa. Reinaldo la sigue visitando todos los días, y entre el sobrino y Reinaldo se crea una amistad que lleva a que un día el sobrino le pregunte por qué casó de nuevo con Aurita, ya que no hay vida marital entre ellos sino una gran amistad. Reinaldo le explica que su madre le había dicho que, antes de ella morir, quería ver a Reinaldo y a Aurita casados de nuevo, pues ése era el matrimonio que valía ante Dios, y Reinaldo, como “buen hijo” había cumplido con el deseo de su madre, a pesar de que ya sabía que la mujer a quien amaba era a la “otra mujer”, con quien había procreado varios hijos. El sobrino admira la relación inusitada entre Aurita y Reinaldo, y asume románticamente que se basa en el gran amor que siente su tía por el marido, que la hace aceptar cualquier solución con tal de estar junto al amado. Reinaldo muere, y el sobrino teme que Aurita también muera de amor; pero se lleva tremendo chasco cuando se da cuenta que el factor que mueve a Aurita es su deseo de vivir, no importa bajo cuáles circunstancias.
CONFLICTO: En este relato hay un conflicto dividido en dos tiempos:
El de Aurita, aún joven, que debe decidir entre quedarse a vivir con Reinaldo, a pesar de sus infidelidades, o dejarlo y volver con su madre y sus hermanas. En este primer tiempo, Aurita decide abandonar al hombre que la atormenta y volver a la vida social que ha dejado al casarse, aunque ésta sea aburrida y estéril. Predomina la situación social.
El de Aurita, ya anciana, que debe pensar si acepta o no a Reinaldo, a sabiendas de que vive maritalmente con la “otra mujer” y convive con sus hijos. En este segundo tiempo Aurita acepta a Reinaldo tal como es y como viene, porque lo que desea es el calor de una presencia de hombre que la anime y le devuelva su vitalidad de mujer, atrapada en el aburrimiento, por estar rodeada de una compañía femenina fastidiosa. Predomina la situación personal.

En “UN BUEN AMIGO”:
TEMA: Un hijo no debe juzgar el amor de su padre por su madre más allá de la relación que éstos han establecido en el tiempo de su matrimonio.
TRAMA: Al morir Juan Manuel, sus hijos encuentran entre sus documentos un manuscrito en francés que relata la historia de Teonil, una joven que, enviada por sus padres, va a pulir sus buenos modales a una escuela suiza. Allá ella se da cuenta que tiene talento para el diseño de alta costura y logra, junto con su hermana Adalgisa, permanecer en París, desarrollándolo. Teonil vive en París una vida licenciosa, con amantes sucesivos, mientras trabaja en una casa de moda, protegida por una señora de la alta sociedad chilena con reconocimiento en el flamante mundo parisino de los ricos y los aristócratas. Teonil triunfa en su empeño, pero, antes de iniciar su carrera como diseñadora de alta costura, decide volver a su país, en busca de una reivindicación a un enigma que la atormenta desde su niñez.
Federico, uno de los hijos de Juan Manuel, lee el manuscrito que su papá ha guardado sobre las vicisitudes de Teonil en Europa, asume que su papá ha sido uno de los amantes de Teonil y se pregunta si su papá amó a otra mujer más que a su mamá. Esta noción lo atormenta, ya que él había asumido que el amor de su papá por su mamá no tenía parangón. En un encuentro de Federico con la madre de Teonil, ésta lo confunde aún más, pues le da a entender a Federico que la posible amante de Juan Manuel no fue Teonil, sino su hermana, Adalgisa.
CONFLICTO: La confusión que se crea Federico al no entender que el amor que él ha percibido y aprecia entre sus padres, no tiene que ver con las relaciones que ellos tuvieron con otras personas, anteriores a su matrimonio.

En “UN BUEN CIUDADANO”:
TEMA: La creación de un clan familiar por un patriarca cuya meta es lograr la estabilidad económica suya y la de su familia y allegados, por encima de todo criterio moral.
TRAMA: Manuel María tiene varios hermanos y una hermana que su madre, Ramona, ha procreado con diferentes padres. En una ocasión en que uno de estos señores desaparece, se da cuenta que no puede contar con un hombre en la casa y decide ser él ese hombre. Trabaja cargando agua y hace tareas que le producen alivio económico a la familia. Manuel María, un líder natural, nace y crece en un país tomado por los haitianos, cuya estrategia de dominación es impedir que los nativos hablen su propia lengua y evitar que los blancos tengan iguales oportunidades a las de los negros. Su madre está consciente que la educación es una de las principales armas que tiene un hombre para abrirse paso en la vida; con el fin de lograrla para sus hijos, organiza una escuela de párvulos en su casa, donde enseña en lengua francesa, pues para ella no importa en cuál lengua se estudie con tal de que se haga. Ramona aprovecha la escuelita para mantener su casa, y la amplía con muchachos del vecindario cuyos padres puedan aportar algo al sostenimiento de la familia: el carnicero, el tendero, etc. Manuel María, lleno de energía, organiza el grupo de amigos escolares para visitar lugares en las afuera de la ciudad, en franca rebeldía contra sus mayores, por éstos someterse a los requerimientos de los invasores. Hay un lugar en particular que lo atrae, el Cachón del Gato, que, para llegar, hay que tomar un bote y remar río Ozama arriba. Manuel María descubre que uno de los muchachos del grupo, Noel, hijo del capitán Danilo Maroma, un hermano de crianza de su mamá, está metido en una conspiración en contra de los haitianos. Lo convence para que entrene al grupo de amigos en el manejo de las armas. Para ello, los integrantes del grupo deciden ir al Cachón del Gato, donde el ruido de los trabucazos no será oído. En una de las reuniones en el Cachón, una patrulla de soldados haitianos los visita; pero ellos logran engañarla, aparentando que están ahí sólo para disfrutar del baño; sin embargo, el jefe de la patrulla va a casa de la mamá de Manuel María, a informarla de las andanzas del hijo, y, a partir de entonces, Ramona obliga al hijo a trabajar en las oficinas de Danilo Maroma, en el puerto, para que maneje los números de la contabilidad. Allí, Manuel María se hace contador.
En 1844 viene la lucha por la creación de la República Dominicana. Manuel María sólo tiene catorce años y no participa activamente en esa gesta, aunque quiso hacerlo. A los dieciséis, ya creada la República, se engancha al servicio militar obligatorio y se afilia a la Marina, donde trabaja como contador. También escribe en los periódicos artículos equilibrados sobre la situación política, buscando una oportunidad de ubicarse entre los grupos políticos que trataban de manejar el gobierno. En uno de los artículos enfrenta a Pedro Santana, hatero y hombre de campo, y se parcializa por Buenaventura Báez, comerciante y hombre de ciudad, aunque de nada le sirve, pues Báez no toma en consideración su respaldo. Al volver un día a su casa de uno de sus viajes, se enamora de Estervina, compañera de su hermana, y se amanceba con ella. Eventualmente, después que tienen varios hijos, casa con ella. Manuel María consigue ser secretario del embajador a España, que va a Madrid con la misión de anexar el país a España, lograda en 1861. Allá le hace otro favor a Báez que, esta vez lo paga cuando, al volver a la Presidencia, después que los dominicanos recobraron la independencia, lo nombra ministro de su gabinete.
La hermana de Manuel María casa con un hermano de Báez, y Manuel María queda confirmado como miembro del clan baecista. Con sus servicios en los distintos gobiernos de Báez, Manuel María adquiere prestigio y fortuna. Aún después de la desaparición de Báez, se mantiene en el poder como diputado de la facción baecista. Se hace prestamista, organizando un banco informal. Crea un grupo de poder a su alrededor, protegiendo a sus antiguos amigos de infancia y a todos sus hermanos. Eventualmente crea un clan propio, casando a todos sus hijos e hijas con hijas e hijos de familias poderosas y/o ricas.
Manuel María vuelve al poder político en los gobiernos del dictador Ulises Heureaux (Lilís). Construye la casa que soñaba en la calle Las Mercedes, pero sus enemigos propagan el infundio que se trata de una residencia para un presidente, causándole problemas con Lilís. Al final, Manuel María decide regalar la casa al Presidente. “Tenga, señor Presidente, estas son las llaves de la casa que construí para usted”, le dice en la ocasión en que hace entrega de la casa. Manuel María fue siempre un hombre sagaz y advertido, prefiriendo sacrificar algunas de sus riquezas, con tal de obtener, a cambio, prebendas que lo mantuvieran en el poder.
CONFLICTO: Cuando Manuel María interviene como mediador entre el gobierno de Báez y el de Grant para anexar la República Dominicana a los Estados Unidos, habla con Báez sobre la situación en que quedarán ellos frente a los nuevos dueños del país. Manuel María siente que serán secundones sin nada qué decir sobre el porvenir del país. Aún así, continúa con las transacciones.

En “UN BUEN ESPOSO”:
TEMA: Cuando se ama de verdad, hay que hacer de todo para ser correspondido por la amada.
TRAMA: Juan Manuel, junto con su amigo Enrique, es uno de los ingenieros contratados para construir un canal en el municipio de Guayubín, que tiene una represa cerca del poblado de Juan Gómez. La noche anterior a la inauguración del canal, los dos amigos asisten a una recepción que se da en honor del presidente Horacio Vásquez en Santiago, con motivo de la inauguración. Allí Juan Manuel conoce a una mujer muy bella, Lucía Castillo, que baila en brazos de su novio, un reconocido bravucón de la sociedad de entonces. Un tío de Juan Manuel lo lleva donde el Presidente, que, inesperadamente, le trata la existencia de indicios sobre un posible atentado a lo largo del camino al poblado de Guayubín, donde irá el Presidente a las ceremonias de inauguración, para luego transportarse a Juan Gómez, a abrir la compuerta. El Presidente quiere constatar con alguien de confianza (Juan Manuel es hijo de un pariente del Presidente) cuáles son los lugares donde algún exaltado podría poner una bomba. Juan Manuel informa al Presidente sobre posibles lugares, y luego le asegura que el sitio más indicado es la represa en Juan Gómez, pero que el atentado no ocurrirá allí porque él mismo se encargará de evitarlo, y propone partir inmediatamente para hacer una inspección minuciosa del lugar. El Presidente considera atinada la propuesta, le asigna un grupo de militares encabezado por Prietico, y Juan Manuel parte en misión con su amigo Enrique. Llega a Juan Gómez en la madrugada, inspecciona el lugar y los alrededores con sumo cuidado y no encuentra signos de que hayan instalado una bomba por ahí. Juan Manuel decide ir a Guayubín, donde encontrará al Presidente, para informarle que su misión está cumplida y que no hay peligro en Juan Gómez. Al llegar cerca de la iglesia de Guayubín, donde el Presidente oye un Te Deum, Juan Manuel ve de nuevo a Lucía Castillo que sale precipitadamente de un vehículo y corre hacia la iglesia. Juan Manuel la sigue y nota cuando ella se mezcla entre lo componentes del coro de la Iglesia de San José, de Santiago. Enrique lo conmina a que deje de perseguir a la hermosa y que busque al Presidente para informarle sobre la misión, pero hay que esperar a que termine la misa. Durante el Te Deum, Juan Manuel oye una voz de soprano y queda fascinado; es la de Lucía Castillo.
Al concluir la misa y después de informar al Presidente, Juan Manuel busca a la hermosa y descubre que ésta se ha trasladado a Juan Gómez junto con toda la comitiva del Presidente. Juan Manuel va tras María Castillo en Juan Gómez, hasta que la ve, finalmente, acompañada de una dama, que se le acerca y lo invita a hablar con el esposo. El esposo acusa a Juan Manuel de impertinente, y Enrique asegura que esto se debe a que María Castillo seguramente ha demostrado algún interés por él.
De vuelta en Santiago, Juan Manuel y Enrique visitan un restaurante y oyen al novio de María Castillo decir a su acompañante que acaba de terminar sus amores con la amada. Juan Manuel se acerca al novio y le dice que, dada esta situación, él irá tras María Castillo. El bravucón tarda en responderle, aparentemente logra contenerse ante la afrenta que Juan Manuel le hace, y tan sólo le dice, retándolo: “¡Si puedes, conquístala; y tú verás!”.
Juan Manuel hace todo lo posible por acercarse a María Castillo, pero ella lo elude. Entonces recibe la propuesta del presidente Vásquez de encabezar el grupo de ingenieros y agrimensores dominicanos que trazará la frontera con Haití, y se encuentra frente al dilema de ir en busca de la amada o de aceptar el cargo. Juan Manuel se decide por el cargo, pero, desde la Frontera, envía carta tras carta a María Castillo, que, según le han informado, está de visita en casa de un tío en un aserradero, metido en las lomas de la Cordillera Central. María Castillo no responde a ninguna de sus cartas. Desesperado, Juan Manuel envía a Prietico a Santiago, para que le averigüe cuál es la verdadera situación con relación al paradero de la amada, y allá el militar averigua que María Castillo se ha trasladado a Santo Domingo, a la casa de su padrino, para asistir al primer juego del Licey, ya que ella ha sido nombrada madrina del equipo de pelota. Prietico le informa también que, según averiguó, María Castillo está siendo rondada, en la casa del padrino, por un joven profesional. Juan Manuel, temeroso de perder de nuevo la oportunidad de conquistar a María Castillo, abandona su trabajo en la Frontera y va a Santo Domingo, donde consigue visitar la casa del padrino de María Castillo. Allí, sin mayores miramientos, informa al padrino que el objetivo de su visita es pedir la mano de su ahijada para casarse con ella. El padrino lo invita a que cene esa noche con su familia. Esa noche, cuando Juan Manuel llega a la casa, encuentra en la galería al joven profesional del cual Prietico le habló, y siente celos y rabia, creyendo que el dueño de la casa lo ha invitado para confrontarlo con el otro enamorado de María Castillo. Sin embargo, más tarde, cuando llegan las damas, Juan Manuel se dará cuenta que el joven profesional está enamorado de la hija del padrino y que él ha sido invitado a cenar como pareja de María Castillo.
CONFLICTO: Juan Manuel debe escoger entre ir tras la enamorada, metida en un aserradero por los montes de la Cordillera Central, o aceptar el cargo de dirigir el trazado de la frontera con Haití; luego deberá escoger entre mantenerse en el trabajo que hace en la Frontera o ir tras ella en Santo Domingo.

En “UN BUEN HERMANO”:
TEMA: Las metas que nos ponemos y que fracasan tienden a hundirnos, si no sabemos enfrentarlas. Para recuperarnos, debemos hacer un gran esfuerzo.
TRAMA: Balina vive en un pobladito de Bulgaria, tiene mucho talento como violinista y consigue que su familia la envíe a Sofía, a estudiar junto a su hermano Tristán, que también es un prodigio en el violín. Balina se entrena en el violín bajo la protección de Tristán, que la cuida con rigor de hermano y la estimula a superarse continuamente. Los hermanos comparten triunfos y fracasos y crean un vínculo emocional que los une cada vez más. Pasan los años, y Balina se convierte en una de las grandes promesas del conservatorio de Música de Sofía. En un verano, es enviada por uno de sus profesores al Festival del Valle de las Rosas, en los pobladitos de Karlovo y Kazanluka, para que trate de descubrir uno de esos valores musicales nativos, aún sin reconocer. En Karlovo, Balina encuentra a Dusán Tzaba, un genio musical, compositor de melodías nativas que rompen con la estructura musical tradicional del occidente europeo. Balina queda fascinada con él y lo promueve entre sus profesores, que aceptan su genio y logran que sus composiciones sean tocadas en el festival de Música de Plovdiv. Allí, sin embargo, el público no acepta la música demasiado novedosa de Tzaba, y su promoción como compositor es temporalmente truncada. Balina está a punto de graduarse para ir a Moscú, donde ha conseguido una beca de perfeccionamiento. En una salida con su hermano Tristán y su novia, encuentra a Lyuben Skobelev, otro compositor de Karlovo a quien ella conoció al mismo tiempo que a Tzaba. Es un hombre joven que la atrae y con quien tiene una relación amorosa, muy íntima y candente. El joven asume que tiene el derecho de exigirle a Balina que escoja entre él y la pasantía de ella en Moscú, y Balina escoge a Moscú. Esto enfurece a Lyuben, que se venga, obligando a Balina a entregarse a él y luego rompiéndole los dedos de la mano izquierda para que no pueda tocar más el violín.
Como resultado de este descalabro, Balina queda con un dedo meñique rígido que le impedirá tocar de nuevo el violín. Como último recurso, Tristán y sus amigos logran que Balina vaya a una clínica especializada en traumatología, exclusiva para militares, a orillas del mar Negro, donde quizás ella pueda recuperar el movimiento de su dedo meñique. Allí Balina conoce a Jerónimo Camargo, médico dominicano, que la atiende y se enamora de ella. Poco a poco Balina crea una dependencia con Camargo, que le promete que vivirá tan sólo para hacerla recuperar el movimiento del dedo. Balina lo acepta, aunque está convencida de que la recuperación de su dedo nunca ocurrirá y que lo mejor es cambiar su vida. Decide buscar otras metas al lado de Camargo, que la llevará a otro país en el trópico donde ella no estará en continuo enfrentamiento con su realidad perdida. Ella casa con Camargo. En la ceremonia, en un juego basado en las creencias mágico religiosas dominicanas en las que una persona, en la fiesta de su bautismo, recibe otro nombre para que su verdadero nombre sea ocultado al demonio, ella cambia de nombre y se hace llamar Irma, y a Jerónimo lo llama Dusán, con el deseo de retener algo de lo que fue su pasado. Balina tiene un hijo con Jerónimo.
Con el tiempo, Jerónimo tiene que dejarla para viajar a Cuba, involucrado en una expedición para tumbar al dictador en la República Dominicana (la de 1973, del Coronel Francisco Alberto Caamaño); pero el atentado fracasa y Jerónimo se ve obligado a permanecer en Cuba. Balina queda sola en Sofía, esperando a que Jerónimo la mande a buscar. Tristán la visita a menudo; ya se ha separado de su compañera y está solo. Balina vuelve a sentir por él ese compañerismo que le sirvió tanto para superar sus momentos de debilidad cuando ella estudiaba violín. Él, a su vez, la trata con el mismo cariño de siempre. Una noche, las caricias fraternales se pasan de la raya y los dos cometen incesto, para espanto de ambos, al entender que el verdadero amor que habían buscado, sin encontrarlo en otros, lo habían encontrado entre ellos dos. Balina no acepta la situación y, desesperada, se refugia en la casa de sus padres, donde Tristán no se atreve a llegar.
Cuando Balina y Jerónimo se juntan otra vez en Santo Domingo, ya no hay amor entre ellos. Comienzan a pasar penurias, ya que un comunista declarado, como Jerónimo, encuentra muchas dificultades para conseguir trabajo en su propio país, y Balina, con su mano atrofiada, tampoco lo consigue. Los dos van cayendo en una separación culposa, que tan sólo es disimulada por el cariño que ambos sienten por el hijo. Finalmente, Jerónimo reniega del comunismo, exige el divorcio a Balina y casa con una joven rica, con quien parte hacia los Estados Unidos, a trabajar, llevándose al hijo que tuvo con Balina.
Balina queda sola y desahuciada. No quiere volver a Bulgaria para no encontrarse con Tristán, y ha perdido al hijo, que era lo único que la estimulaba a vivir. Balina va cayendo, poco a poco, en la más profunda destitución, hasta convertirse en una alcohólica que da tumbos por las calles. En una borrachera, ella es encontrada, tirada en el umbral de una casa, por Sábalo, el titiritero. La familia de Sábalo acoge a Balina y logra que, por lo menos, ella recupere su dignidad como persona. Ella encuentra en esta familia culta y artística una semblanza de su propia familia. Balina, haciendo el papel de payasa, se une a Sábalo en el espectáculo que él da a los niños. También ayuda al hijo de la familia que estudia violín a que lo haga de acuerdo con el mayor rigor musical que ella conoce. Este muchacho le recuerda a su hermano Tristán en la manera en que toma el violín y coloca sus dedos en las cuerdas. Así, Balina entra en una recuperación emocional que, poco a poco, la convierte en una mujer madura, que ha reflexionado sobre su situación y la ha superado. Muere, por causa de una enfermedad incurable. En su lecho, deja una carta dirigida a su hermano Tristán, que Federico, uno de sus amantes, lleva a Bulgaria. Allí Federico se da cuenta de la tragedia del hermano de Balina, quien nunca pudo deshacerse del amor que sentía por la hermana, como ella tampoco pudo abandonar el amor que sentía por él.
CONFLICTO: Balina tiene que escoger entre su decisión de profesionalizarse en el violín hasta lograr un perfeccionamiento total en su arte, tomando la beca que le ofrecen para ir al Conservatorio de Moscú, a quedarse en Sofía retenida por los amores con Lyuben. Luego, debe escoger entre cambiar o no de situación, abandonando a Bulgaria y refugiándose en la República Dominicana con su matrimonio con Jerónimo. Más tarde deberá escoger entre un futuro con o sin Tristán.

5. LA TECNICA

Según una especialista sobre la novela (2): "En las técnicas actuales predomina la narración, la construcción fraseológica, la preocupación por la estilística y el relato".
Mis novelas Tiempo para héroes y Toda la vida tuvieron un reconocimiento literario incuestionable con la adjudicación del Premio Anual de Novela Manuel de Jesús Galván a ambas. Sin embargo, varios intelectuales de valía, como el novelista Pedro Vergés, el cuentista y ensayista José Alcántara y otros, me hicieron observaciones que iban dirigidas a dos aspectos que podían ser mejorados en mis obras futuras: eliminar el énfasis que yo hacía en el historicismo, dando demasiados detalles de la situación política y de los eventos de la época en que transcurrían, y manejar con mayor destreza la estructura lineal de la trama en tiempo y espacio.
En Historias para un buen día se utilizan varia técnicas para desarrollar los relatos.
En todas las Historias, se hace una misma introducción que rompe el tiempo lineal y el espacio. Éstas comienzan con una escena en que se presenta la personalidad del protagonista. A esta escena le sigue otra en que el protagonista ha muerto. A continuación, vienen las escenas en las que se cuenta la historia del protagonista, no necesariamente en forma de tiempo lineal ni de espacio continuo.
En todas las Historias, se usa, también, la técnica de revelar, al final del relato, la situación que impera. Esta revelación, en principio, debe tener un golpe de efecto para sorprender al lector.
Otras técnicas utilizadas:

En “UN BUEN SOLDADO”:
Se usa la técnica de la caja china, o sea, de la historia dentro de la historia. En este caso no se hace de la manera tradicional en que el protagonista, en medio de la historia, cuenta otra historia de alguien o algo que tenga que ver con la historia principal, sino que se rompe, cada tanto tiempo, la continuidad de la historia principal para presentar, por esbozos, el discurso del ordenanza, Andrés Andújar, ante sus jueces, que culmina, en sus últimos párrafos, con las diversas posibilidades de la causa del asesinato del alférez.

En “UN BUEN HIJO”:
Se usa la técnica de la misma historia contada por distintos narradores, de acuerdo a como ellos la apreciaron según la vivieron.

En “UN BUEN AMIGO”:
Se usa la técnica de contar una doble historia: la del manuscrito sobre las peripecias de Teonil en Europa, o sea, la historia básica sobre la cual gira el problema, y la de Federico frente al problema, o sea, a su inconformidad por entender que su papá tuvo, alguna vez, una amante a quien quiso tanto, o más, que a su mamá.

En “UN BUEN ESPOSO”:
De nuevo se usa la técnica de la caja china, esta vez, de manera tradicional, es decir, el narrador, o sea, el hijo, en el entierro de su mamá, piensa en la historia de amor que le han contado sobre sus padres. Sin embargo, la segunda historia se propone también en primera persona, como si fuera el padre quien, como segundo narrador, contara su propia historia, interrumpida, a veces, por el hijo, el primer narrador, para hacer alguna aclaración.

En “UN BUEN HERMANO”:
Se usa la técnica de presentar la historia fragmentada, contada por distintos narradores.


NOTA:
(1) Autor del libro de cuentos Selva de agujeros para “Chichí la Salsa”.
(2) Autor de la novela Un hombre solo.
(3) Cohen, Silvia Adela. Cómo se escribe una novela. España, Plaza & Janés Editores. 1998.

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