Saturday, September 11, 2010

11 Cuentos infantiles: EL CASO DE LA MUCHACHITA CASADERA


EL CASO DE LA MUCHACHITA CASADERA

Por Manuel Salvador Gautier


Había una vez una muchachita buena que creció y llegó a la edad de casarse. Su papá y su mamá la llamaron y le dijeron:
—Hija mía, ya tú tienes edad para casarte. De ahora en adelante, donde quiera que tú vayas, fíjate en los muchachos alrededor tuyo y mira a ver cuál de ellos es el hombre que tú consideras te conviene para casarte y pasar con él el resto de tu vida.
La muchachita buena oyó los consejos de sus padres y dijo:
—Papá y mamá, desde hace tiempo he estado pensando en que un día tengo que casarme y he decidido que quiero encontrar a un hombre

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cariñoso fiel y educado
.

El papá entonces dijo:
—Hija mía, lo que tú buscas te va a ser muy difícil de encontrar. La vida no es como uno se lo imagina y, muchas veces, hay que conformarse con lo que aparezca.
La mamá entonces dijo:
—Hija mía, aunque la vida es muy difícil, como dice tu papá, siempre se debe tratar de conseguir lo que una se propone. Yo te recomiendo que busques a ese hombre

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cariñoso fiel y educado.

La muchachita buena oyó la observación de su papá y la recomendación de su mamá y se dispuso a buscar al muchacho con el cual casarse.
A partir de ese día, en cualquier sitio que ella estuviera, se fijaba en todos los muchachos para ver si tenían esas cualidades que ella buscaba; mas, a cada uno que trataba, le faltaba una, dos, tres y hasta todas esas cualidades. Comenzó a pensar que su papá tenía razón, y que ella se había puesto una meta demasiada alta, cuando un día, en una fiesta en casa de una amiguita, vio a un muchacho de espaldas que ofrecía un refresco a una señora, y de repente, el corazón le comenzó a latir fuertemente. ¡Ése era! ¡Ahí mismo tuvo el presentimiento de estar frente al hombre que ella buscaba! Le pidió a la amiguita que se lo presentara, y cuando estuvo frente a él, tuvo que pestañear varias veces PUES ERA EL HOMBRE MÁS FEO QUE HABÍA VISTO EN SU VIDA.
Salieron juntos varias veces, y la muchachita buena se dio cuenta que el muchacho tenía todas las cualidades que ella buscaba en un hombre. Era

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pero ERA TAN FEO que ella no lo podía ver de frente y se tapaba los ojos para no mirarlo.
Pasaron los días y siguieron saliendo; mas la muchachita buena estaba cada vez más triste, pues tan pronto tenía al muchacho de frente, ella se tapaba los ojos y los cerraba disimulando que había mucha luz. Mas la verdadera razón consistía en QUE EL HOMBRE ERA DEMASIADO FEO.
Un día, el muchacho le preguntó por qué ella cerraba tanto los ojos; y ella, como era honesta, dijo:
—Lo que pasa es, que a pesar de lo
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que tú eres, cada vez que te veo, tengo que pestañear de lo que me provoca verte TAN FEO.
El muchacho se sintió abatido por las palabras de la muchachita buena, le dio las espaldas y se fue.
Ella pensó que lo había perdido para siempre, y hasta casi se alegró cuando lo vio irse. Mas al otro día, sin ella misma querer, comenzó a llorar, y era porque le hacía falta el muchacho

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Mas no tuvo que llorar mucho, porque sonó el teléfono, y era él.
—¡Te tengo una sorpresa! Quiero que me veas. Estoy ahora totalmente distinto —dijo él.
La muchachita buena pensó en los cuentos del hombre tapado; pensó en una cirugía plástica; pensó en todas las variantes en las que a una gente le cambian la cara o se la cubren; y se preguntaba con gran curiosidad qué cosa sería lo que el muchacho se había hecho para ponerse totalmente distinto.

¡Cuál no fue su asombro al verlo de nuevo!
El muchacho, para cambiar su apariencia, se había hecho un afro, ¡y se veía MÁS FEO TODAVÍA!
Para no herirlo, ella estuvo con él un buen rato sin decirle nada y trató de no taparse la cara ni de pestañear; mas después que lo dejó, ella fue donde su papá y su mamá, para pedirles consejo.
—¡Ay, papá! ¡Ay, mamá! ¡Miren lo que me está pasando! —les dijo—. Resulta que después de mucho buscar he encontrado al muchacho

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¡pero ES TAN FEO que cada vez que lo veo tengo que taparme los ojos! Sin embargo, si no estoy con él, lloro mucho y me hace mucha falta. ¿Qué voy a hacer?
Entonces el papá le dijo:
—¡Hija mía, yo te anticipé que aspirabas a algo que no es fácil de conseguir! ¡En la vida hay que tomar lo que aparezca!
Y la mamá le dijo:
—Hija mía, has buscado y has encontrado lo que buscabas. Ese muchacho

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te hará feliz. No lo dejes ir.
La muchachita buena comprendió que ambos padres tenían razón, y que ella debía conformarse con el muchacho

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Ella había encontrado lo que se había propuesto, y tenía que conformarse con lo que había aparecido.
Buscó al muchacho, lo miró en la cara con los ojos muy abiertos, le pasó la mano por el afro, y le dijo:
—Yo te quiero mucho y me quiero casar contigo.
El muchacho se puso tan contento por la declaración de ella, que ella comprendió que había hecho bien.
A partir de ese día, cuando se veían, ella le decía:
—¡Qué bien te ves hoy! —y fue tantas las veces que se lo dijo, que finalmente ella misma se convenció que el muchacho NO ERA TAN FEO y sí cada vez más

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Marzo 1981

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