Thursday, September 23, 2010

03 Mitos y héroes: Desde los griegos al día de hoy




MITOS Y HÉROES

Desde los griegos al día de hoy

Ateneo Insular, Noviembre 1997

Por Manuel Salvador Gautier

Todo lo extraordinario se valora de manera especial. Cuando la palabra aún no existía el hombre que se destacaba dentro de su grupo repetía gestos para recalcar una actitud u obligar a su comunidad a una acción. Así ocurrió que alzar y mover los brazos agitadamente y lanzar gruñidos desaforados tenía un significado de imposición que no escapaba a su auditorio. La palabra se inventó, la literatura se creó y el mito surgió, con el mismo ímpetu avasallador de brazos y gruñidos agitados.
Encontramos muchas apreciaciones de lo que es un mito. En un artículo dedicado a la mitificación de la inglesa Lady Di (Diana Spencer), encontré varias, que transcribo (1):
"Los increíbles homenajes populares tributados a Lady Di permitieron examinar los enigmáticos mecanismos que se ponen en marcha cada vez que una figura pública alcanza los umbrales de la divinización popular".
"Para que un mito sea tal, (el héroe) tiene que reunir ciertas condiciones: morir joven, ser ídolo y representar cierta clase de rebelión".
"El mito, ya se sabe, es un fenómeno complejo. Algunos son paradigmáticos y resultan claros e imprescindibles para entender las cosas que les pasan a los pueblos. Otros, en cambio, son casi incomprensibles y muchos son episódicos. Desentrañarlos, descifrar sus claves ocultas permite acceder a una comprensión más amplia de la cultura y de la historia de una sociedad y de un momento...".
"Para algunos autores, como el rumano Mircea Eliade, el mito más universal de los hombres es, en cierto modo, del eterno retorno. Agotada una etapa, explica, cuando la decadencia se instala en todos los rincones de una sociedad, el hombre inmerso en ese tiempo recurre al mito de la edad dorada (que siempre vuelve) y elabora paradigmas morales de excepción en los cuales se refugia para construir desde allí un nuevo estilo de vida".
"Los mitos expresan deseos ocultos de la gente. El pueblo ve en las figuras divinizadas la encarnación de sus deseos colectivos".
A través de estas apreciaciones se evidencia una constante: el mito no existe sin la inclusión de uno o varios individuos excepcionales, reales o imaginados, que, de alguna manera, se divinizan y se convierten en dioses y diosas, en héroes y heroínas, que protagonizan ocurrencias reales o inventadas, las cuales sirven a los pueblos para asumir una actitud educativa, moral o trascendental, frente a una situación colectiva.
Luciano De Crescenzo (2) explica que "el héroe era el personaje más importante del mundo clásico: más importante que los artistas, que los poetas, que los políticos y tal vez incluso que los Dioses. Y esto era así porque de su vigor físico y su valentía dependía la supervivencia de la comunidad entera...".
El héroe señala el camino al mito.
De Crescenzo nos presenta en su libro Los mitos de los héroes las aventuras de tres héroes y sus compañeros de andanzas: Jasón y los argonautas, Heracles y sus doce trabajos y Teseo y el laberinto.
Una lectura rápida de estos mitos griegos nos muestra las siguientes similitudes:
1. Para ser hombres y mujeres extraordinarios, hay que tener un nacimiento fuera de lo común. Jasón se salva de la muerte al nacer por un truco de la madre. Heracles nace de la unión de Zeus con una mortal fiel a su marido; para conquistarla, Zeus se le aparece en la figura del marido. Teseo tenía un padre estéril, a quien el oráculo advirtió que moriría si tenía hijos. A pesar de eso, deseoso de una prole, lo concibió borracho con la tercera esposa.
2. Para que sus aventuras sean apreciables, deben darse con situaciones y seres que no existen en la naturaleza o que están proscritas por la sociedad: amazonas, dragones, magas, cuerpos invulnerables, mujeres hediondas.
3. Al héroe se le atribuyen poderes sobrenaturales.
4. La mayoría de las veces el sexo es el motor de la acción, razón por la cual se establecen claramente reglas sociales tales como la fidelidad exigida a la esposa, la infidelidad aceptada del hombre, el requerimiento de las relaciones sexuales de la esposa al esposo, y viceversa. Cuando estas reglas se aplican o dejan de aplicarse, motivan el descalabro o la solución de la aventura, por ejemplo, las mujeres hediondas deciden tener hijos con los argonautas, que sobreviven por esta causa y luego pueden escapar.
5. Aparecen todas las pasiones humanas: la ambición, el odio, el rencor, el amor pasional y filial, los celos, la envidia.
6. Pueden utilizarse todos los recursos a la mano para conseguir lo que se quiere, no importa lo despreciables: traición, abuso de confianza, mentira, sexo forzado o engañoso, robo, etc.
7. El mito es la sublimación de la realidad, donde, para alcanzar la meta, hay impunidad en lo que se hace.
Podríamos pensar que el objetivo final de estos tres mitos que ocurren, casi todo el tiempo, fuera del lugar de origen del héroe, es dar un ejemplo a la colectividad para enfrentar situaciones que la amenazan desde el exterior y demostrar que, de su seno, pueden surgir los individuos que la guíe hacia su superación o triunfo.
En el caso de Jasón y los argonautas, un grupo de hombres muy bien dotados forman un equipo que, de partida, sabemos que superará todo lo que se le presente, como los diez de la película. Son semidioses o hijos de reyes que ya, de donde vienen, han demostrado sus cualidades superiores. Sin embargo, sus aventuras se presentan como un viaje a lo desconocido, donde lo único que se sabe es que les esperan grandes retos y vicisitudes, algo como lo que les ocurrió a los contemporáneos de Cristóbal Colón, que lo vieron como a un individuo que se atrevió a enfrentar a los dragones que medraban donde terminaba la plataforma del mundo. Igual que Colón, Jasón y sus argonautas sabían que no ocurriría nada que no fuera lo mismo que ocurría en su propio mundo, donde, cuando aparecían extraños con características feroces o bélicas, eran tratados con suspicacias, enfrentados y destruidos. Toda la ferocidad que los argonautas le atribuyen a los habitantes de las costas del Mar Negro, por donde debían pasar, era sólo la prueba de que estos, igual que ellos, no estaban dispuestos a ceder sus territorios (ni sus tesoros) al primero que llegara. La heroicidad de los argonautas está en que pudieron superar a los extranjeros, a pesar de que luchaban contra ellos en su propio territorio.
Sin lugar a duda, la razón más importante para la existencia del mito griego es la supervivencia de la colectividad, donde se le propone que puede enfrentar a sus enemigos y hasta conquistarlos. A contrapunto, al detallar sus aventuras, aparece su cultura descrita minuciosamente con sus aprehensiones, sus equívocos, sus suspicacias y sus costumbres.
¿Quiénes son los héroes y cuáles son los mitos del siglo XX, a caballo entre la modernidad y la postmodernidad?
En los últimos quinientos años, el mundo entró por el sendero de la racionalidad, destruyendo, a través de la demostración, todo lo que la fantasía del hombre puede crear, ya que lo imaginado que puede ser demostrado es, de hecho, real, y lo imaginado que no puede ser demostrado tiene que esperar a que lo sea o mantenerse irreal. Sólo que cuando algo se percibe como irreal, deja de ser interesante, y cuando se percibe como real, comienza a perder su encanto por su aplicación continua. Por lo que, hoy día, en la postmodernidad, nada maravilla, el descreimiento es colectivo y el egoísmo individual amenaza con derrumbar todos los principios de convivencia humana.
Presento un listado de algunos héroes y mitos de una modernidad que, se supone, ya ha sido superada:
Carlos Gardel en el mito de una colectividad enamorada de una voz cantora que propone axiomas musicalizados.
Rodolfo Valentino y Porfirio Rubirosa en el mito del latinoamericano imaginativo, viril y conquistador de mujeres, frente al anglosajón materialista, proclive a realizar un sexo sin imaginación.
Elvis Presley y James Dean en el mito de la depravación idílica o el enfrentamiento, por destrucción, con una sociedad asfixiante.
Hugo Beccacece (3) propone otros mitos y héroes similares. Para él, en la modernidad, los héroes y mitos provienen de la literatura, del cine, del arte, de la moda, de la música, de la arquitectura y de la decoración, todas actividades que resultan de la creatividad del hombre. Según este autor, la creatividad es, en el siglo XX, el parámetro con el que se mide la heroicidad. Joe Louis o Mike Tyson y John Eisenhower o Charles de Gaulle podrán considerarse hombres importantes, atractivos, unos por su fuerza bruta y otros por dirigir enfrentamientos bélicos triunfales, pero nunca podrán ser héroes imaginativos de una colectividad, ni sus hazañas convertirse en mitos universales.
Sin embargo, hay otros héroes que no han sido divinizados precisamente por su creatividad, sino por la manera en que lo percibe la colectividad, ansiosa de identificarse con algo que no sea lo usual, lo vulgar, lo intrascendente:
El astronauta Armstrong pisando la luna en el mito de la posibilidad del hombre de salir fuera de su mundo y conquistar otros universos, respaldado por los científicos que desarrollaron los programas interplanetarios en Cabo Cañaveral.
John F. Kennedy, en el mito del presidente norteamericano que pudo haberse sobrepuesto a los inconvenientes de una democracia representativa que no acaba de garantizar la afluencia a todos los conciudadanos de su país, mucho menos, del mundo, exaltado por la creatividad de una comunidad deseosa de cambios.
Che Guevara en el mito del paraíso del proletariado, empujado por los deseos de superación de una colectividad socialista que ve fracasar su proyecto.
Eva Perón en el mito de la mujer que supera al hombre en la imposición de un deseo colectivo, divinizada por un pueblo que aún no encuentra la razón de su renovación y por una colectividad internacional triunfalista que comenzó burlándose de ella por lo que era y terminó admirándola por lo que no era.


¿Cómo usa la narrativa contemporánea estos mitos y estos héroes?
No es tan obvio como señalar: ahí está la novela Santa Evita, léanla, o asistan al musical Evita. El uso de los mitos y los héroes es mucho más exquisito que eso.
Santo Tomás Moro o More, canciller de Inglaterra en el tiempo de Enrique VIII, a caballo entre el siglo XV y el XVI, creó la Utopía, el lugar ideal donde se daría una sociedad ideal. Este texto se convertirá en uno de los modelos para la literatura de los siglos subsiguientes. Se producirán Las aventuras de don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes y Saavedra, Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll y La tempestad de William Shakespeare donde aparecerán lugares real-imaginarios recorridos por héroes y heroínas cuyas andanzas servirán para criticar las situaciones problemáticas de su sociedad y así lograr su renovación.
En mayor consonancia con la realidad racionalista de nuestro siglo, William Faulkner creó Yoknapatawpha County, donde los héroes y los antihéroes desarrollan actividades que confirman o confrontan la decadencia de una sociedad altamente apreciada por sus integrantes. Todavía en este novelar de la realidad, los héroes provienen de una casta privilegiada, educada, consciente de su destrucción y de la necesidad de su renovación. En cambio, John Steinbeck nos presenta a un Monterey donde los héroes provienen de las clases bajas; son incultos, burdos, totalmente inconscientes de su vulgaridad, y realizan hazañas que, para los mitólogos griegos, serían totalmente comunes, sin importancia, y hasta despreciables, porque no tomarían en cuenta su gran significado humano y el llamado a un reconocimiento del valor de lo trivial. De más reciente factura es 1982, donde Aldous Huxley nos propone una Inglaterra bajo el dominio del "hermano mayor", después del triunfo del totalitarismo socialista que destruye la personalidad y creatividad del individuo. Más cerca de nosotros está Macondo, el lugar creado por Gabriel García Márquez en algún punto de la Colombia caribeña (y este es un dato sumamente importante en esta particular conceptualización de una comunidad latinoamericana, donde predomina el mestizaje del negro y el español y no el del indio y el español), con el que se ha identificado una gran cantidad de países de habla hispana, aunque signifique una caricaturización de sus comunidades.
Los lugares inventados por estos novelistas responden a situaciones reales que, de alguna manera, a través del mito, logran llegar con gran fuerza en el ánimo de las colectividades que las han apropiado.


¿Qué es extraordinario en la postmodernidad? ¿Quiénes se destacan en esta?
Aún estamos demasiado metidos en sus inicios para percibir los elementos concluyentes. El mito de Lady Di puede perderse con el tiempo, sobre todo, porque tiene significación tan sólo para un pueblo que deberá tomar una decisión con relación a la monarquía y, cuando lo haga, no habrá razón para heroínas ambiguas. Su glamour y savoir faire serán sustituidos por la próxima diva de turno.
De lo que sí nos damos cuenta es del vacío de una sociedad mundial que vive del hedonismo, de la explotación de los otros y de la destrucción de la moral. La supervivencia de la humanidad comienza a ser cuestionada no en términos de miles de millones de años, cuando nuestro sol se convierta en una estrella enana, sino en los próximos cien años, cuando ocupemos toda la tierra, después de destruir miles de especies animales y vegetales que mantienen el equilibrio ecológico y de abrirle paso directo a los rayos del sol a través de una capa de ozono perforada y debilitada.
Si aceptamos que el mito es una oferta imaginativa para que la colectividad actúe para su supervivencia, la postmodernidad requiere de mitos y héroes. Pero, ¿dónde están los narradores creativos que dramatizarán los nuevos mitos? ¿Nos conformaremos con la vacuidad de una Lady Di o trataremos de encontrar significación en las advertencias y correctivos a los desmanes colectivos que denuncian los científicos?
¿Es la postmodernidad el final de la imaginación de la humanidad?
No lo creo. El primer reto que nos lanza la postmodernidad es hacernos conscientes de la universalidad de las cosas. Ya no nos vemos ubicados en un lugar, sino en el mundo. El Internet es un instrumento de comunicación que supera todo lo imaginado por el hombre común. Los nuevos mitos giran alrededor de este planteamiento.
Marshall Mac Luhan lanzó el primero: la aldea global. La globalización se impone, supuestamente, para la supervivencia de la humanidad, pero no necesariamente del planeta tierra, entrando en una contradicción que la postmodernidad deberá superar. Quien lo haga propondrá el mito y será el héroe.
El Sputnik creó el segundo mito. Las posibilidades de viajar fuera de la estratosfera estimulan al hombre a pensar que, ante una catástrofe mundial, se presenta la opción de colonizar otros planetas y universos. Quien primero lo haga será el héroe y confirmará el mito.
El hombre no puede dejar de tener imaginación y de aplicarla a sus realidades. Por lo tanto en la postmodernidad, héroes y mito deben rescatar lo que esta niega, una trascendencia del hombre por el significado de lo que hace, una superación de la colectividad como consecuencia de sus acciones. Los narradores que evidencien estos postulados serán los que permanecerán en el tiempo como intérpretes de su época como lo son Cervantes, Shakespeare, Faulkner y García Márquez.



(1) "Cómo nacen los mitos". Periódico Ultima Hora, Domingo 23 de noviembre de 1997, p44, Sección Variedades. Tomado de la revista Conozca más.
(2) De Crescenzo, Luciano, Los mitos de los héroes, Barcelona, España, Editora Seix Barral S.A., 1995, 189 pp.
(3) Beccacece Hugo, La pereza del príncipe, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1994, 316 pp.

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