Monday, September 20, 2010

07 Mi compadre el general Sol, de Jacques Stéphen Alexis


Una fanilia haitiana del campo

EL BLANCO DE LA NEGRITUD
Sobre la novela Mi compadre el general Sol, de Jacques Stéphen Alexis
Ateneo Insular, agosto 1999

Publicada condensada en El Caribe

Por Manuel Salvador Gautier

Los que vivimos en un país mestizo como la República Dominicana, donde la piel blanca, casi blanca o no tan oscura es un pasaporte a la educación, a la riqueza, en fin, a la movilidad hacia la cumbre social, donde refugiamos nuestra posición en una historia de conquistadores y colonizadores que engrandecemos para engrandecernos nosotros, donde "el negro detrás de la oreja" se oculta para defender nuestra auto estima, donde el racismo está metido en frases perspicaces como "mientras más negro, más bruto", encontramos que en la República de Haití, donde no hay blancos, los mestizos son escasos y los negros predominan en todos los estratos sociales se da, igualmente, la explotación del hombre por el hombre. En la novela Mi compadre el general sol, del haitiano Jacques Stéphen Alexis, lo más notorio es que no hay racismo, entendido éste como el enfrentamiento por la hegemonía social y económica entre miembros de la raza blanca y negra, y que la tercera raza mencionada, la indígena arauaca, es un mito de desaparecidos que nos seducen por su valentía (el cacique Caonabo enfrentó dignamente a los conquistadores) o por su inteligencia (la poetisa Anacaona compuso bellos areítos).
La lección que aprendemos es que esa explotación despiadada, que hunde en la pobreza y en la escasez a miles de familias para que otras puedan vivir en el lujo y la abundancia, no es un problema de razas, sino parte intrínseca de la condición humana. El hombre, no importa su raza, es un depredador que se asentó, formó comunidades, defendió su territorio y dominó a los más débiles, explotándolos. Ocurrió en China entre asiáticos, en África entre negros, en Europa entre blancos y, cuando se juntaron, entre blancos y negros, etcétera.
En su novela, Alexis nos presenta el drama de los negros explotados por los negros en un desgarrador encuentro, donde los norteamericanos, en un trasfondo tenebroso, son enjuiciados en sus valores y propósitos.
Alexis nació en 1922, durante la primera ocupación norteamericana de su país en el siglo XX, que comenzó en 1915 y duró hasta 1934. El pequeño Alexis debió sentir el peso negativo de esa ocupación. Terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1946, a los veinticuatro años, formó parte de un movimiento revolucionario que barrió con el régimen imperante pero produjo otro similar. Buscó el exilio en París, Francia, donde terminó su formación profesional como médico y culminó su pensamiento político como seguidor del comunismo internacional. Publicó Mi compadre el general sol en 1955, luego produjo otras novelas y libros de cuentos. En 1961 formó parte de una expedición guerrillera contra el régimen del dictador Duvalier, Papá Doc, y fue exterminado en el intento, dejando trunca una carrera literaria que prometía convertirlo en uno de los grandes narradores antillanos.
Mi compadre el general sol corresponde al género de novela política, donde se desarrolla, a través de viñetas sucesivas y un argumento sumamente flexible, la tesis que sustenta el escritor sobre las posibilidades del comunismo de resolver los problemas de la pobreza, de la desigualdad y de la incuria popular que azotaban a Haití en la primera mitad del siglo XX (y todavía la azotan).
Quien lee en la actualidad esta novela, completamente desconectado de las motivaciones que empujaron a su autor a hacerla, comprendiendo sus objetivos según avanza en la lectura, entendiendo el mundo que éste quiere dar a conocer a través de un personaje que no representa, realmente, al pueblo haitiano, sino a un individuo que reacciona como el escritor quisiera que reaccionara el pueblo haitiano frente a la explotación que lo envilece, nos damos cuenta de una grandeza de espíritu, de una visión enaltecedora que sólo desarrollan los pensadores más preclaros... y los más idealistas.
Para los dominicanos, Mi compadre el general sol es lectura obligada, por varias razones.
Encontrará uno de los textos literarios más hermosos escritos sobre nuestra isla. Dondequiera que la pluma de Alexis se mueve aparece la descripción detallada repleta de símiles y metáforas, presentándonos un cuadro que vemos como él quiere, en toda su crudeza y en toda su belleza.
Apreciará el concepto político que sustentaba un intelectual haitiano (podía ser de toda la colectividad intelectual de ese país) de mitad de siglo XX sobre la República Dominicana, que variaba desde presentar a las putas callejeras como dominicanas y considerar un bello país el territorio vecino, hasta llegar a una propuesta sumamente actual (según el proyecto que tienen Estados Unidos, Canadá y Francia, denunciado por el doctor Joaquín Balaguer hace algunos años), donde ambos países se fusionarían por sus similitudes. "Esa región (se refiere a San Pedro de Macorís, nota de MSG) resultaba curiosa. Los haitianos continuaban siendo en ellas muy haitianos, pensaban siempre en la tierra lejana, pero ya no eran los mismos.... tenían una manera de concebir las cosas, gestos y modos de obrar particulares. Los demás habitantes de esa región tampoco eran como los demás haitianos. Hablaban un idioma en que el criollo haitiano se mezclaba al habla dominicana. Algunos cantos y algunos bailes eran casi idénticos a los de Haití. Aquí se confundían dos culturas nacionales. ¿Quién sabía qué reservaba el futuro? Esas dos naciones eran hermanas. Lo que no habían podido consumar todas las guerras de otros tiempos, lo que no podrían conseguir jamás la imposición y la violencia, tal vez lo realizara la vida. Algo se iba anudando aquí, por obra del trabajo, de las canciones, de las alegrías y las penas comunes, algo que terminaría por dotar de un solo corazón y una sola alma a dos pueblos encadenados a la misma servidumbre" (2).
Descubrirá que los intelectuales racionalistas (comunistas) haitianos rechazaban la religión vudú, por considerar que atrasaba el desarrollo y la comprensión de la realidad del pueblo haitiano.
Notará de qué manera un negro ve a otro negro, su regocijo, su ternura, su admiración por la belleza corporal de su raza, su ambición.
Sentirá el furor contra la imposición del explotador.
Compartirá la miseria, el hambre, las enfermedades que acosan a los pobres, donde una desgracia lleva a la otra y, apenas se logra un pequeño respiro, vuelve la tragedia, inmisericorde, destructora.
Se identificará con personajes muy especiales de la fauna urbana y rural cuyas situaciones, a veces patética, a veces gloriosa, simbolizan la indestructibilidad del espíritu humano.
Podrá evaluar la matanza de haitianos realizada por el dictador Rafael Trujillo en 1936 según la describe un intelectual haitiano.
No hay dudas de que Alexis amaba a Haití y al pueblo haitiano, un amor que lo llevó a la aventura guerrillera y a la muerte.
Criticable en su obra es la lentitud de su desarrollo. Con su minuciosidad por el detalle, a veces nos desesperamos y nos vienen deseos de brincar los párrafos. Encontramos también la pobreza de un argumento que adivinamos a cada paso, por más que el autor lo enriquezca con viñetas interesantes que iluminan su pensamiento y su propuesta política, presentándonos a un Haití en todas sus facetas urbanas y rurales. Sin embargo, estas debilidades no reducen el valor intrínseco de la obra. Mi compadre el general sol es, sin dudas, una de las mejores novelas del siglo XX escritas en las Antillas. Jacques Stéphen Alexis, de Haití, con esta obra, Alejo Carpentier, de Cuba, con El reino de este mundo, y Mayra Montero, de Puerto Rico, con Del rojo de su sombra, forman una tríada que nos habla de la negritud antillana en términos superlativos, casi apoteósicos, una tríada que nos propone en forma narrativa un blanco que no está detrás de las orejas, sino en la determinación para superar un problema negativo que no es de raza sino de actitud.

(1) Alexis, Jacques Stéphen, Mi compadre el general sol CxA, Santo Domingo, República Dominicana, Editora Taller, 4ta. edición, 1976, 296 pp.
(2) Alexis, Ob. Cit., p.222.

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