Wednesday, September 22, 2010

13 La fantasma de Higüey y Silvio, de Francisco Javier Ángulo Guridi


Cara de fantasma por Enzo


VALORADO A TIEMPO

o LA IMPORTANCIA DE TENER INICIATIVA

Sobre las novelas cortas La fantasma de Higüey y Silvio, de Francisco Javier Ángulo Guridi

Ateneo Insular, Santo Domingo, 25 de enero de 2003

Por Manuel Salvador Gautier

Siempre ha sido un misterio para mí la manera en que la lengua española permaneció más o menos intacta en el transcurso de las distintas ocupaciones que sufrió la República Dominicana de 1803 a 1844, ya que los invasores que tomaron nuestro territorio hablaban la lengua francesa y trataron por todos los medios de imponerla a los nativos. Nuestra historia no da méritos a los hombres y mujeres que persistieron en hablar el idioma que habían aprendido en su niñez y que lograron mantener a pesar de las circunstancias. De entre estos dominicanos, cabe señalar la labor de los intelectuales, que publicaron en su lengua obras de distintos géneros, escritas con un alto nivel literario. Ellos recogieron el sentir de los demás, destacando creencias, planteando voluntades y esbozando la esencia de una dominicanidad que aplaudimos hoy.
Es refrescante la lista de hombres y mujeres de esa época que presenta el crítico literario Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional” (2), un trabajo que aparece como introducción a la publicación de las obras completas de este autor hecha por la Editorial Corripio. Dice Rosario Candelier: “Los intelectuales que florecieron en esa primera generación literaria, además de Javier Angulo Guridi, son Juan Pablo Duarte, José María Serra, Félix María del Monte, Manuel María Valencia, Pedro Antonio Bobea, Nicolás Ureña de Mendoza, Alejandro Ángulo Guridi, Félix Mota, Felipe Dávila Fernández, Encarnación Echavarría, Josefa Perdomo, Pedro Francisco Bonó y Ulises Espaillat. Los dos últimos citados, Bonó y Espaillat, formarían junto a Javier Ángulo Guridi, los mentores intelectuales de la generación literaria, la generación romántica” (3).
Conviene puntualizar que aquí, Rosario Candelier señala los nombres de aquellos intelectuales que se destacaron a partir de la creación de la República Dominicana. Sin embargo, antes de esta gesta, encontramos otros hombres y mujeres que, sin proponérselo, mantuvieron incólume el idioma español y a través del idioma, la identidad dominicana, en nuestro territorio y en el extranjero. Rosario Candelier señala algunos de éstos. Ellos son: José Núñez de Cáceres, Juan Vicente Moscoso y el presbítero Bernardo Correa y Cidrón (4).
De entre todos estos autores se destaca Francisco Javier Ángulo Guridi, que nació en 1816 y murió en 1884. Mientras él vivió se dieron movimientos literarios universales tales como el Romanticismo, el Realismo, el Naturalismo y el Modernismo, que dejaron una profunda huella en la imaginación del mundo occidental. De éstos se derivaron en Latinoamérica, el Costumbrismo y el Criollismo. A partir de 1822, Ángulo Guridi vivió exiliado en Cuba, llevado por sus padres cuando él apenas tenía seis años, y volvió a su país natal en 1853, de veintisiete años, a incorporarse a la corriente política liberal que luchó con desventaja contra el conservadurismo de Pedro Santana y sus adláteres. Ángulo Guridi elaboró su obra influenciado por el movimiento romántico y sobresalió “entre los escritores de la generación literaria de la Independencia” (5) con un lenguaje que se fue exacerbando cada vez más según fue madurando su narrativa y pasaron sus años de creatividad.
Ángulo Guridi se compenetró con la visión del mundo que se había formado el pueblo dominicano y de allí sacó los elementos que transformó en una visión romántica universal. En la novela corta La fantasma de Higüey, de Ángulo Guridi, hay que reconocerle una serie de iniciativas que servirán de alicate para estimular y orientar la producción narrativa de las próximas décadas en la literatura dominicana.
Estudiemos algunas de estas iniciativas:

1. Ángulo Guridi es uno de los mentores de la generación romántica (6)
Jean Franco en su ensayo Historia de la literatura hispanoamericana (7) describe el romanticismo como sigue:
“El cambio de sensibilidad que se conoce con el nombre de romanticismo comprendía, entre otros aspectos a veces contradictorios, una intensa subjetividad, la búsqueda de la originalidad, la fe en el genio nacional, la huida de la ciudad y el retorno al campo, la exploración de un mundo visionario de sueños y de elementos subconscientes, la ruptura con las normas morales y formales, la exaltación de la espontaneidad y el entusiasmo por la libertad”.
Muchos de estos elementos los encontramos en la narrativa de Ángulo Guridi.
Cuando este autor publica en 1857 su primera obra de tendencia romántica, La fantasma de Higüey, ya en Europa el Romanticismo era reemplazado por el Realismo.
Señala Seymour Menton en su ensayo El cuento hispanoamericano (8):
“A mediados del siglo XIX, el romanticismo todavía conservaba su vigor en Hispanoamérica; en cambio, en Europa ya había sido sustituido por el realismo. Reaccionando contra el tono exaltado del romanticismo, se apegaba a la verosimilitud. En lugar de buscar temas exóticos, el autor realista examinaba el mundo que lo rodeaba…”.
Este vigor romántico, esta búsqueda de temas exóticos, este deliberado rechazo de la realidad, esta enorme subjetividad, este nacionalismo rampante, es el que encontramos en la narrativa de Ángulo Guridi. Los mismos rasgos aparecerán en la “generación romántica”, es decir entre los autores dominicanos que produjeron sus obras a finales del siglo XIX, entre los cuales sobresale Manuel de Jesús Galván.
Indicaremos algunos de estos rasgos en La fantasma de Higüey:
El indio Tuizlo salvó la vida al castellano don Ricardo y a su hija Isabela; don Ricardo queda agradecido de éste y lo adopta, no queda claro si como esclavo, sirviente o acompañante. Tuizlo se enamora de la hija sin atrever a decírselo. Ella lo ama en silencio. Ambos piensan que sus amores no serán aceptados porque ellos no son de la misma raza. Este tipo de relación sentimental donde existe un impedimento que separa a los enamorados será uno de los expedientes más usados por los escritores románticos del mundo.
El indio Tuizlo es hijo de un cacique de Samaná reconocido por ser extremadamente rico, con oro a su disposición. Esto ocurre en 1656 cuando ya los indios han sido sometidos al sistema de exterminio de los repartimientos y quedan muy pocos en la isla Española. Este recurso es un absurdo histórico que el autor utiliza para crear una situación donde puedan encontrarse el hijo de un cacique con un pirata del mar Caribe.
Después de describir la ferocidad de los piratas, resulta ser que Morgan, el más temible de todos, es un hombre de nobles sentimientos que admira el coraje en los otros hombres y que es leal a sus protegidos. En el abordaje que Morgan hace a la embarcación donde se encuentran Tuizlo y sus amigos, el pirata decide no matar al indio por la manera denodada con que éste se defiende y más tarde, fiel a sus sentimientos, considera no traicionarlo cuando el personaje malévolo de la novela le propone asesinar al indio. Esta nobleza del pirata sólo se puede concebir dentro de un romanticismo desenfadado, que distorsiona los valores de la Sociedad decimonónica.
La protagonista Isabela ama a Tuizlo, y él la ama a ella, más el amor entre ellos tiene un obstáculo étnico, aunque no social ni económico, esto último porque Tuizlo es hijo de un cacique rico, y por lo tanto, portador de una sangre tan noble como la de ella y heredero de una fortuna. Toda esta situación, por supuesto, es pura fantasía, una recreación imaginaria de relaciones sociales y económicas que nunca existieron en nuestro país, a menos que Ángulo Guridi esté apuntando románticamente hacia el mulataje real que hubo, y aún hay, entre blancos y negros, lo cual daría a su obra otra iniciativa, muy importante y muy actual, puesto que, hasta hace poco, los autores dominicanos siempre evitaron desarrollar el tema de la identidad mulata del dominicano.
Isabela es hermosa, pura, virginal, blanca, rubia, en definitiva, el parangón de mujer que primaba en las novelas románticas europeas. Es evidente aquí que el autor aún no ha sido influenciado por el parangón de mujer del movimiento romántico hispanoamericano.
Jean Franco explica la diferencia:
“Al leer las novelas (románticas hispanoamericanas, n. del a.) vemos que hay un esquema argumental que se repite constantemente, un amor contrariado por obstáculos de clase o de raza. Los latinoamericanos interpretaron a su modo el modelo europeo de Paul et Virginie. Las heroínas representan un nuevo tipo de mujer, como la mestiza Manuela, la mulata Cecilia Valdés, la muchacha judía María, la joven criolla Cumandá, que se ha criado entre indios. Por medio de estas heroínas, cuyos amores suelen terminar en tragedia, el autor expresaba un sentido de nacionalidad cruelmente contrariado por factores exteriores…” (9).
En La fantasma de Higüey el indio Tuizlo será quien representará el nativismo y el nacionalismo románticos. Ángulo Guridi prefirió dar al hombre de origen indígena las características que los otros autores hispanoamericanos atribuyeron a sus mujeres.

2. Ángulo Guridi toca temas que se desarrollarán más tarde en la literatura dominicana
Un tema importante que aparece en la narrativa de Ángulo Guridi es el del opositor político que sufre el exilio. El autor lo toca muy tangencialmente en La fantasma de Higüey. En ésta, el narrador de la historia habla de un exilio que él ha tenido que sufrir, causado por sus posiciones ideológicas.
Dice éste:
“El amor, muchas veces funesto, de la patria, me arrebató a la capital de Cuba, por los años de 1853 para tornarme al suelo desventurado en que nací a penas y en el que penas mayores de las ya pasadas me aguardaban…” (10).
En Silvio, publicada en 1866, junto con La campana del higo y La ciguapa, con fuerte manejo romántico y una historia ambientada en la sociedad de caballeros y cortesanas presentada por Alejandro Dumas, hijo, en La dama de las camelias (1848), totalmente demodée, Ángulo Guridi propone el tema del exiliado con mayor fuerza.
Veamos los párrafos siguientes:
“El gobernante de aquella República… soñó que contra él se conspiraba; y en uso de sus facultades sin límites, con que el pueblo tuvo la ligereza, harto espiada de investirle, se levantó como Atila...
“Las asechanzas, las prisiones, los destierros, la muerte en fin, sin las ritualidades de un procedimiento judicial, fueron desde luego los resultados de aquella inspiración satánica, tan repugnante y monstruosa a los principios de equilibrio y armonía social que simboliza nuestra época, como a la causa de la humanidad físicamente hablando…” (11).
En ambas novelas cortas los narradores (en primera persona) son exiliados que nos cuentan historias poco relacionadas con sus exilios, por lo que el tema se diluye.
El tema del dictador que abusa de sus conciudadanos aparecerá de manera explícita en la novela La sangre: una vida bajo la tiranía, de Tulio Cestero, publicada en 1914. El tirano de Ángulo Guridi es Pedro Santana; el de Cestero es Ulises Heureaux. En la segunda mitad del siglo XX el tema se repetirá de nuevo adoptado prácticamente por todos los narradores dominicanos y por algunos extranjeros, con el dictador Rafael Trujillo como acusado.

3. Ángulo Guridi es el creador de personajes que serán caracterizados con mayor fuerza en obras posteriores.
El personaje del indio Tuizlo en La fantasma de Higüey es un antecesor del indio Enriquillo de la novela Enriquillo: leyenda histórica dominicana, de Manuel de Jesús Galván, publicada en 1882.
Veamos la descripción que hace Ángulo Guridi de Tuizlo cuando lo presenta por primera vez al lector:
“… era un robusto joven que frisaba en los veintiséis años, y cuya tez, bastante morena, anunciaba a un individuo de la raza que aún poblaba estas islas, pronunciándose su dicha procedencia de una manera notable en lo gallardo y modelado de las formas. Su fisonomía era suave y apacible, bañada por ese tinte melancólico y esa dulzura indefinible que caracteriza al salvaje de las regiones intertropicales, a través de la cual irradia el sentimentalismo verdadero; pero su mirada la contrastaba poderosamente, porque era viva como la luz del rayo y era altiva, y como tal, símbolo de una alma indomable, que orgullosa de sí misma jamás está dispuesta a transigir con las grandes alternativas de la vida” (12).
En otras palabras, Tuizlo no sólo era el prototipo del protagonista romántico, melancólico y sentimental, gallardo y seductor; era también un hombre macho, fuerte y bravo, un indio aguerrido, el tipo de protagonista que sólo puede aparecer en la literatura hispanoamericana. Aquí Ángulo Guridi convierte al “noble salvaje” de Jean Jacques Rousseau (publicó obras en 1771 y 1772) en el “noble nativo” que ya Domingo Faustino Sarmiento había propuesto en su obra: Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, y aspecto físico, costumbres y hábitos de la República Argentina, publicada en 1845 (13).
La descripción de Tuizlo que hace Ángulo Guridi pudo haber salido de la pluma de Galván para su Enriquillo.
Tuizlo no es el único personaje de Ángulo Guridi que anuncia a otros personajes que poblarán la literatura dominicana, trazados por autores posteriores a él.
El personaje Anatolio de Silvio es un antecesor de Antonio Portocarrero de La sangre. Ángulo Guridi lo describe así:
“Llegó al puerto franco de Saint Thomas el joven Anatolio, cuyo único delito se traducía entre los pocos que no emigraron, en su amor al orden, su resistencia a tomar jamás el carácter de hombre público, y la circunstancia criminal de no haber pisado las escaleras de Palacio” (14).
La desventura de Anatolio comienza, según la apreciación del narrador de la obra, por no haber emigrado junto con los liberales que se opusieron a Pedro Santana y por resistirse a colaborar con el tirano. La desgracia de Antonio Portocarrero fue no haber entrado en el juego de la corrupción política, como lo hizo uno de sus amigos de infancia, aceptando un cargo para lucrarse, con tal de cumplir con las órdenes del déspota. Anatolio sufrirá el exilio; Antonio Portocarrero soportará una pobreza que no será mitigada por el hecho de vivirla dignamente.

4. Ángulo Guridi utiliza un lenguaje de una complejidad estructural exquisita, muy de la época
Sólo hay que tomar al azar cualquiera de los párrafos de La fantasma de Higüey para encontrar composiciones de gran aliento lírico, como por ejemplo, la siguiente:
“Algo más tranquila, la hermosísima Isabela retiró el pañuelo de sus ojos un tanto enrojecidos, pero brillantes y poderosamente cargados de esa languidez indefinible que pudiéramos llamar la electricidad del amor. Dolido Tuizlo de la aflicción en que la había sumergido con la rápida descripción de su porvenir, fue el primero en romper el silencio, diciéndole:
“—Esas lágrimas preciosas que he tenido la fiereza de arrancarte, serán, Isabela, el motivo de la expiación primera de mi vida. Ellas estarán presentes en mi conciencia a todas horas, y me gozaré de la amargura a que por fuerza deben conducirme” (15)
En este pasaje podemos notar algunos aspectos del manejo romántico que Ángulo Guridi hace de la palabra. Estos son:
1. El valor estético de su estructuración.
2. El uso de símiles que juegan con los elementos novedosos de la época: en este caso, el conocimiento de la electricidad.
3. El llanto como recurso infalible para crear ambientación de melancolía y languidez.
4. El rebuscamiento en la estructura del diálogo. Tuizlo habla con frases nobles, como un hidalgo, con un rejuego de palabras que Ángulo Guridi llevará a extremos de artificialidad en los diálogos de su novela corta Silvio.
En esa novela, uno de sus protagonistas dice:
“—Vuestros pocos años han corrido en el dulce letargo de los placeres: jamás pensasteis que vos, inquieta y esmaltada mariposa, habrías de sentir la aguda espina que se enhiesta bajo los flexibles tallos de las flores; y chupasteis el almíbar de su cáliz, y os embriagasteis… pero llegó el día de la extorsión: llegó la hora de sentir la espina punzadora; y entonces desapareció el letargo, plegasteis las alas tristemente, cerrasteis los ojos a la esperanza en el mismo jardín de vuestros regocijos, y rodasteis entre suspiros y sollozos hasta dar en la religión del desaliento que ahora demostráis” (16).

5. Otros aspectos importantes en la narrativa de Ángulo Guridi
Rosario Candelier, en su ensayo ya mencionado, señala una serie de aspectos importantes en la narrativa de Ángulo Guridi que debemos incluir en este elenco de iniciativas realizadas por el autor en su trayectoria literaria. Estos son:

El fundamento de una tradición
Rosario Candelier argumenta que la tradición narrativa en la literatura dominicana se establece con las obras El Montero de Pedro Francisco Bonó y La fantasma de Higüey, por ser éstas las primeras novelas publicadas, la de Bonó como folletín en un periódico y la de Ángulo Guridi en formato de libro (17).
“Para mediados del siglo XIX, cuando nace la primera generación literaria dominicana, y con ella la novela nacional, carecíamos de una tradición narrativa, si exceptuamos la rudimentaria tradición colonial que se circunscribía a la relación de los cronistas y escribanos en memoriales, cartas, crónicas y testimonios, y a la narración de cuentos populares tradicionales, que sin duda conoció nuestro autor puesto que la técnica de pasar rápidamente de un asunto a otro, que se conocía en los cuentos de caminos, se aprecia en La fantasma de Higüey, como se aprecia en la relación del falso cura que se hace pasar por sacerdote cuando se presenta con sus hábitos religiosos en medio de una de las peripecias de esta noveleta” (18).

El narrador de leyendas
Rosario Candelier presenta a Ángulo Guridi como a un narrador de leyendas recogidas de la tradición popular.
“Esta novela de Javier Ángulo Guridi, La fantasma de Higüey, se llama así porque se trata de una mujer que cual fantasma ronda en torno al templo de la Altagracia de aquella población oriental. Era hija del temible pirata Morgan, que azotaba los mares aledaños, y ella, llamada Lidia, fue llevada a dar muerte a Tuizlo, pena que ella paga, no se sabe cómo, vagando y penando por aquellos predios de Higüey” (19).
Fantasmas y piratas se mezclan en una narración romántica, creando otra tradición narrativa que el mismo Ángulo Guridi reforzará con el mito de la ciguapa.
Casi todos los escritores del siglo XIX y principios del siglo XX buscarán una leyenda que armarán para sus propios fines.
César Nicolás Penson en 1891, y Sócrates Nolasco y Manuel de Jesús Troncoso de la Concha en la década de los cuarenta del siglo XX, presentarán “episodios pintorescos recogidos por la tradición oral” (20) que serán el deleite de una pléyade de lectores dominicanos por contener, muchos de éstos, la sabiduría de la narrativa picaresca española.

6. Iniciativa final
Francisco Javier Ángulo Guridi ha sido valorado a tiempo por su novela corta La fantasma de Higüey, un aporte a la narrativa dominicana. No se trata del primer autor dominicano que publica una novela. Miguel Collado en sus Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana informa sobre varias narraciones dominicanas publicadas con anterioridad a 1857, año en que salió a la luz La fantasma de Higüey (21). El hermano de Javier, Alejandro Ángulo Guridi, publicó La joven Carmela en 1841; La venganza de un hijo, en 1842, Los amores de los indios, en 1843, y Cecilia, en 1853; y Pedro Francisco Bonó, El Montero, en 1856. Las tres primeras son conocidas por referencias bibliográficas; Cecilia fue rescatada por el mismo Collado que la publicó incompleta en su obra. La novela de Pedro Francisco Bonó fue publicada en forma de folletín durante el año de 1856, en el prestigioso periódico español Correo de Ultramar, editado en París y distribuido en Latinoamérica. El intelectual y promotor cultural Emilio Rodríguez Demorizi la publicó completa en la Editora de la Librería Dominicana, en la década de los 60 del siglo XX, cuando pudo ser apreciada a plenitud.
Sin quitarle mérito a esta obra de Bonó, a La fantasma de Higüey le corresponde la primicia de ser la primera novela dominicana publicada en forma de libro, hecho que ocurrió en 1857, en La Habana, Cuba (22), lo cual permitía una lectura completa de ésta, pudiendo apreciarse de lleno la trama hábil que desarrolla el autor, el manejo que hace de los personajes, la sorpresa que nos guarda para el final; en fin, esta novela es el primer texto narrativo dominicano que pudo leerse en su totalidad, de corrido, tal y como lo escribió el autor.
Es evidente que las iniciativas que tomó Ángulo Guridi en la redacción y publicación de sus obras lo coloca entre los narradores más importantes de la literatura dominicana.

NOTAS:
1. Javier Ángulo Guridi. 1. La fantasma de Higüey y otros relatos. Biblioteca de clásicos dominicanos XXXIV. Editora Corripio, C. POR A. 2002.
2. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 9.
3. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 10.
4. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 10.
5. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 10.
6. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 10. “…Bonó y Espaillat, formarían junto a Javier Ángulo Guridi los mentores intelectuales de la siguiente generación literaria, la generación romántica”.
7. Jean Franco. Historia de la literatura hispanoamericana. Editorial Ariel S. A. , Barcelona. 13a. edición. 1999.
8. Seymour Menton. El cuento hispanoamericano. Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V., México, D.F. Sexta Edición 1999. P. 53.
9. Jean Franco. Obra citada. Manuela es del colombiano Eugenio Díaz, publicada en 1866; Cecilia Valdés es del cubano Cirilo Villaverde, publicada en 1892; María es del colombiano Jorge Isaac, publicada en 1867, y Cumandá es del ecuatoriano Juan León Mera, publicada en 1879. P. 88.
10. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 41.
11. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 132.
12. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 55.
13. Jean Franco. Obra citada. P. 65.
14. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 133.
15. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 75.
16. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 136.
17. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 23 - 24.
18. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 24.
19. Bruno Rosario Candelier en su ensayo “Javier Ángulo Guridi y la literatura nacional”. Javier Ángulo Guridi. Obra citada. P. 28.
20. Max Henríquez Ureña. Veinte cuentos de autores dominicanos. Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacional. Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Culto, Santo Domingo, D. N. 1995. P. 109. César Nicolás Penson escribió Cosas Añejas: tradiciones y episodios dominicanos, publicada en 1891; Sócrates Nolasco, Cuentos del Sur, publicada en 1940, y Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Narraciones dominicanas, publicada en 1946,
21. Miguel Collado. Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana. Biblioteca Nacional, Santo Domingo, Rep. Dom., 1993. P 33.
22. Miguel Collado. Obra citada. P 246.

1 comment:

david said...

buen dia soy de cali colombia, mi nombre es david vidal y queria comentar que esas imagen de ese supueto demonio , aparecio en la foto de un cuñado tomada en una exposion en el 2010 no se porque peo quisiera odtener una respuesta si alguien la tiene gracias mi correo vod39@hotmail.com