Saturday, September 25, 2010

20 Tendencia de la Novela Actual (2009)


Millenium, la obra más popular entre las novelas policíacas actuales

TENDENCIA DE LA NOVELA ACTUAL
Festival VivAmérica
7 al 11 de octubre de 2009

Por Manuel Salvador Gautier

Soy escritor, no crítico literario. Para tratar las tendencias de la novela actual voy a limitarme a exponer cuáles, según los expertos, son éstas, y entonces presentarles mis nociones, muy personales, sobre el tema.

LOS EXPERTOS
Las tendencias actuales que proponen dos críticos españoles sobre la narrativa de su país resultan orientadoras para nosotros, los que hablamos la lengua. Estos dos expertos dicen lo siguiente (1):
Principales tendencias:
No resulta fácil discernir en la nueva narrativa unas corrientes o escuelas definidas; sí es posible, no obstante, identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son estas:

Novela policíaca y de intriga
Se potencia la intriga por medio de esquemas policíacos y otros procedimientos de la novela negra.
Novela histórica
Se hace desde distintos puntos de vista: fabulación imaginaria del pasado, proyección del pasado sobre el presente, aprovechamiento de la Historia para indagaciones intelectuales y ejercicios de estilo.
Novela de la reflexión íntima
Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia.
Novela de la memoria y del testimonio
La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente.
La metanovela
Consiste en incluir la narración misma como centro de atención del relato.
Novelas poemáticas o novelas líricas
Novela poemática es la que aspira a ser un texto creativo autónomo, acercándose al poema lírico (Sobejano).

Sobre la narrativa latinoamericana escrita en español encontramos los siguientes señalamientos (2):
…Podríamos decir que en la literatura latinoamericana posterior al Boom se comienza a desarrollar una literatura urbana en la cual se abandona al realismo mágico y se comienza a crear las narraciones testimoniales, los relatos de tipo existencial y los que incorporan elementos de la cultura de masas y el habla coloquial.
Mi trabajo ahora sería señalar cuáles de estas tendencias aparecen en la República Dominicana y, quizás, ponderar si existen algunas que no hayan sido establecidas por los extranjeros. Sin embargo, es difícil hacerlo, simplemente porque las tendencias de la novela dominicana fueron analizadas hace veinte años (1988) en un extenso ensayo por el crítico Bruno Rosario Candelier, donde el autor hace un registro del recorrido seguido por la novela dominicana a través de la historia, desde la Colonia hasta la fecha en que se publicó la obra, y, en la actualidad, no existe un trabajo similar sobre los últimos veinte años de novelas publicadas por autores dominicanos. Después de este ensayo, en el país se han publicado anualmente por lo menos veinte novelas de autores dominicanos en lengua española, para una suma de seiscientos novelas (adivino, pueden ser más; hace falta un Miguel Collado que lo verifique). ¿Existen tendencias en estas obras? Es imprescindible actualizar la crítica sobre la novela dominicana. Como escritor, quisiera que mis novelas fueran analizadas, en bien o en mal (en bien preferiblemente), para su difusión y orientación a los lectores (y a los demás críticos, locales y extranjeros, y también a las casas editoras).

MIS NOCIONES
Voy a tratarles algunos aspectos que, entre otros, entiendo influyen en que los escritores, los lectores y los editores dominicanos no tengan orientación sobre las tendencias de la novela actual en nuestro país. Estos son: los críticos literarios, los suplementos literarios en los periódicos y el mercado del libro.
Los críticos literarios
Recientemente, el reputado intelectual Manuel Matos Moquete dictó una conferencia sobre “La crítica literaria en la República Dominicana” en la que propuso la elaboración de una metacrítica discursiva, (es decir), una visión crítica sobre la crítica (4). Esto y el resto que dijo fue para justificar lo que los críticos dominicanos no hacen y deben hacer: crear un cuerpo crítico que oriente a escritores, lectores y editores sobre lo que se está manejando en la literatura dominicana. En esa conferencia estaba la eminente crítica literaria Pura Emeterio, que se adhirió entusiasta a la idea de realizar un evento para tratar esa “metacrítica discursiva”. ¿Podrán Matos y Emeterio vencer la inercia que existe entre los demás críticos dominicanos para que asuman la responsabilidad de hacer lo que les compete?
En nuestro país hay dos críticos de mucha reputación por las obras publicadas, Bruno Rosario Candelier, actual Director de la Academia Dominicana de la Lengua, y Diógenes Céspedes, catedrático universitario, alrededor de los cuales se nuclean otros críticos, tales como el propio Matos Moquete. Hay también críticos independientes que se codean en distintos círculos. Están, además, los intelectuales que escriben comentarios literarios, entre los cuales estoy yo mismo. Con excepción de Rosario Candelier, ningún otro crítico dominicano se ha preocupado en investigar y analizar las tendencias en la novela dominicana.
En 1989, José Rafael Lantigua, actual Secretario de Estado de Cultura y comentarista literario, publicó un artículo titulado “La novela dominicana: esperanzas futuras y tendencias actuales” (5). El último trabajo publicado sobre la tendencia de la novela actual lo hizo recientemente Marcio Veloz Maggiolo (6). Ninguno de los dos autores es especialista en el tema, lo cual no implica que sus trabajos no tengan validez, sólo que son especulaciones de conocedores, no conclusiones de expertos. Entiendo que el experto establece sus criterios y conclusiones igual que un científico, con la investigación y análisis del cuerpo que sustenta su tesis. En nuestro caso, para establecer las tendencias actuales en la novela dominicana el experto tiene que haber leído las novelas que se publican en el país. Si no lo ha hecho, no puede plantear criterios fidedignos, sólo especulaciones o tanteos. Claro, que leer TODAS las novelas es imposible; pero sí puede establecer criterios claros de cómo escogerlas, que no sea por favoritismo como hace la mayoría.
Suplementos literarios en los periódicos
Hasta hace unos años, los periódicos del país tenían suplementos literarios que, en cierta medida, suplían las carencias de una crítica llevada por los expertos. Existía, por mencionar algunos, “Isla Abierta” del Hoy y “Ventana” de Listín Diario que presentaban comentarios hechos por intelectuales. Existía la página literaria “Biblioteca”, de Lantigua, donde se examinaba la producción literaria de la semana, en algunos casos con criterios rigurosos, en otros, mercantiles. El objetivo era poner al día al lector sobre la literatura que se vendía en las librerías con énfasis en la que se producía en el país. Nada de eso hay en la actualidad. Sobrevive la revista “Vetas”, por el esfuerzo de su director, Clodomiro Moquete, con una proyección contestataria y provocadora.

Carmen Barcell, agente literaria de García Márquez y otros autores importantes, ahora dedicada a la venta de libros por Internet

Tendencias en el mercado de libros
Existe la polémica de si las tendencias actuales son resultado de las manipulaciones de las editoras, que exigen y escogen temas que entienden tendrían mayor acogida por el público y por lo tanto mayor venta, o si son resultado de los éxitos inesperados de novelas de categoría como Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que obligó al mercado a aupar al boom. Para mí, existen las dos cosas al unísono. Sin embargo, es notorio cómo periódicos como la versión internacional de El País, de España, se vuelca y promueve una u otra tendencia. En estas últimas semanas en que me he ocupado en informarme sobre las tendencias actuales, he encontrado varios artículos que reiteran dos cosas: primero, lo interesante que resultan las novelas policíacas o de intriga y segundo, cómo progresa la lectura del libro electrónico. Los articulistas no se pierden: coinciden con los críticos y con el mercado y propician que el lector acuda a su llamado. ¿O será que los críticos son los que no se pierden y coinciden con los requerimientos del mercado? En cuanto a los libros electrónicos, encontramos, entre otros, un artículo sumamente interesante, titulado: El avance del libro electrónico. Carmen Barcells Agente literaria. “El libro nunca morirá” (9), en el que nos informamos que la agente literaria que estuvo encargada de hacer publicar las obras de García Márquez, Camilo José Cela, Juan Goytisolo, Bryce Echenique, Manuel Vázquez Montalbán y Vargas Llosa, la Barcells, ha cambiado de trabajo, se pasó al enemigo: ahora apuesta por las nuevas tecnologías, y ha llegado a una alianza editorial que la convierte en una de las líderes del nuevo formato que ya compite con los libros tal como se conocen desde hace más de medio milenio. No hay que decir más. El mercado mira hacia el futuro, hacia las nuevas generaciones que se ven obligados a leer los libros de papel en las escuelas y universidades, pero prefieren pasárselas frente a su computadora.
En la República Dominicana la mayoría de las llamadas editoras publican a quienes pagan sus servicios, por lo que los escritores dominicanos se ven obligados a auto financiar sus obras y a difundirlas. En los últimos años, la editorial internacional Alfaguara se estableció en el país y ha publicado varias obras de autores dominicanos. También lo hizo la Editorial Norma, pero ya se retiró. Hay dos editores dominicanos que hacen un loable esfuerzo por financiar las obras de los autores dominicanos: Miguel Collado con Cedibil e Isael Pérez con Editorial Santuario. Está también la editora oficial de la Secretaría de Cultura. Hasta ahora, ninguna de estas editoras locales repercute de manera decidida en la definición de tendencias, ya que sus líneas editoriales, y la cantidad y el éxito de sus publicaciones no han sido estudiados ni analizados. Podría decirse que existe una cierta política a publicar escritores que tengan alguna influencia en el medio (autores reconocidos, personalidades, periodistas o productores de TV) cuya popularidad los haría mercadeables; pero esto habría que realmente comprobarlo y determinar su validez.

CONCLUSIONES
Ante una situación internacional del mercado muy agresiva en su promoción y una casi anulación de ésta en nuestro país, ¿qué pueden hacer los novelistas dominicanos?
Tengo varias preguntas al respecto.
Primera pregunta: ¿Debemos seguir las tendencias internacionales como las aprecian los extranjeros? Recientemente, se dio un caso muy especial en el Premio Nacional de Novela Manuel de Jesús Galván del año 2008. El jurado premió la novela A la sombra de mi abuelo, de Aida Trujillo, sobre las experiencias familiares de la nieta del dictador Rafael Trujillo con su abuelo, lo cual provocó una protesta entre las instituciones que conmemoran el recuerdo de los miles de torturados y muertos durante el régimen del Dictador. Lo que no nos dimos cuenta es que el jurado, compuesto por dos extranjeros, un mexicano y un salvadoreño, totalmente ajenos a lo que significó esta dictadura para el pueblo dominicano, siguió las pautas de las tendencias actuales de la novela en el extranjero: la novela de la memoria y del testimonio. ¿Hubiera sido distinto el resultado si el jurado hubiese tomado en cuenta las tendencias de la novela dominicana? ¿Pero cómo, si éstas no están establecidas? Esto podría significar que, al no haber criterios dominicanos sobre nuestra novelística, los extranjeros no tienen qué cosa respetar. El resultado de todo esto podría ser: Si los novelistas dominicanos no encausan sus obras dentro de las tendencias reconocidas internacionalmente, no serán reconocidos por los críticos internacionales ni podrán entrar nunca en el mercado internacional.
Segunda pregunta: ¿Debemos seguir los novelistas sin la orientación de la crítica, con una orientación distorsionada del mercado y con poca ayuda de la Secretaría de Cultura? Hasta ahora, las tendencias en nuestro país las ponen los novelistas, que es, hasta cierto punto, como debe ser. Estoy seguro que Jeannette Miller, Marcio Veloz Maggiolo y Pedro Antonio Valdez, por mencionar algunos novelistas que han publicado novelas recientes exitosas, escogieron los temas de sus novelas sin tomar en cuenta las tendencias, simplemente porque ese tema era el que le interesaba tratar. Entonces surge la siguiente pregunta: ¿Debemos los novelistas ignorar las tendencias, dejarlas a las conclusiones de los críticos y a las especulaciones de los conocedores? La respuesta es: sí y no.
El novelista no puede coartarse y obligarse a asumir una tendencia. Debe dejarse en libertad, a la espontaneidad de su creatividad. Sólo así pueden surgir nuevas maneras de formular los mismos temas (según Camilo José Cela en una conferencia que dictó en Santo Domingo hace unos años, son los mismos en todas las épocas: el amor, el odio, la vida, la muerte).
Sin embargo, el novelista debe conocer lo que ocurre en el mundo y en su localidad. Un novelista que en 1950 no se dio cuenta que la novela requería que los temas tratados se hicieran de manera diferente con diferentes énfasis y que el texto exigía el uso de nuevas técnicas que enriquecieran el manejo de su obra, quedó excluido. Hoy día el postmodernismo amplía las posibilidades de la sustentación de una obra. Hay que saber cómo. Un novelista dominicano que hoy se auto censura por no exponer la crudeza de la realidad, pierde su tiempo. Las novelas como Perdidos en Babilonia de José Acosta y Princesa de Capotillo de Luis Santos son exitosas porque detallan hasta la saciedad los intríngulis de submundos particulares.
Una última pregunta tonta, ¿por qué la Secretaría de Cultura no hace más por los novelistas dominicanos (y por los escritores en general) para lograr que se respeten las tendencias que estos establezcan? Con la novela, se limita a dar unos premios anuales que dan reconocimiento al autor pero no a la obra, pues la Secretaría no se encarga de difundirla. Ha organizado algunos talleres sobre la novela muy interesantes, sobre todo el que dio el crítico mexicano Lauro Zavala, hace unas semanas, en los cuales participé; pero son tan cortos y rápidos que el instructor tiene que precipitar toda la información y el oyente no logra siempre digerirla como se debe.
Yo propongo dos cosas:
Primero: Que la Secretaría llegue a un acuerdo con la Universidad Autónoma de Santo Domingo para que se den cursos cortos de uno o dos meses sobre la novela con instructores reconocidos como Lauro Zavala.
Segundo: Que la Secretaría llegue a un acuerdo con una Fundación literaria (o la cree) para que difunda la novela dominicana a través de Internet. Los detalles podrían discutirse porque hay que pagarle al autor la venta de su obra.
Señores, los dejo con estas inquietudes.

NOTAS
1. Los dos críticos son:
Carlos Martínez en el ensayo “La novela actual”. Google:
http://www.kalipedia.com/literatura-castellana/tema/novela-actual.html?x=20070418klplyllic_415.Kes
Y el autor del ensayo“ Novela actual”. Google:
http://www.lenguayliteratura.net/index.php?option=com_content&task=view&id=32&Itemid=61
2. ¿Qué es la narrativa latinoamericana de los siglos XIX y XX y cuáles son sus características?
Google: http://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20071206165544AAmRjD2
3. Cuadernos hispanoamericanos – No. 509, noviembre de 1992. P. 38.
4. Manuel Matos Moquete. Conferencia: “La crítica literaria en la República Dominicana”. Tertulia Literaria Letras de la Academia. Academia Dominicana de la Lengua. Sábado 15 de agosto de 2009. Blog :
http://tertulialetrasdela academia.blogspot.com
5. José Rafael Lantigua, “La novela dominicana: esperanzas futuras y tendencias actuales”, suplemento de Ultima Hora, Santo Dgo., 4 de febrero de 1989, p. 10.
6. Se supone que salió en septiembre en el Listín Diario, pero no lo he podido constatar. Quien me lo dijo, sin embargo, me merece entero crédito.
7. David Alandate. “Dan Brown pasa del Opus Dei a la masonería”. El País. Sección Cultura. Miércoles 16 de septiembre de 2009. P. 32.
8. J. Ernesto Ayala. “El placer del abismo”. El País. Sección La Cuarta Página. Jueves 3 de septiembre de 2009. P. 25.
9. Juan Cruz. “El Avance del libro electrónico. Carmen Barcells Agente literaria”. El País. Jueves 27 de agosto de 2009. P. 48.

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